Túnez, uno de los primeros países que se sumó a la denominada “primavera árabe” con un proceso democrático, ha sufrido un atentado terrorista en el corazón político y turístico de su capital, en la sede del parlamento de Túnez y en el Museo Bardo. En este atentado han muerto veinte personas, dos de ellas de nacionalidad española, y también han resultado heridos varios compatriotas. El horror desatado es una muestra más de la capacidad del yihadismo para actuar en los países árabes con el fin de desestabilizar el sistema a través de golpes mortales, buscando además bloquear uno de los sectores clave en la economía de esa región, el turismo.El Gobierno tunecino ha insistido en que no cesará en su lucha contra el terrorismo yihadista. En las últimas semanas la policía había desactivado cuatro células de la franquicia del Estado islámico, en un momento en el que se había incrementado la ofensiva radical en la frontera oeste con Argelia. Pero el problema del terrorismo yihadista debe interpelar a toda la comunidad internacional. La comunidad de las naciones no puede bajar la guardia y debe actuar en los santuarios islamistas de Siria e Irak y ayudar a proteger los nuevos destinos preferentes de la milicia y de su plan de barbarie, Libia y Túnez en el Magreb, pero también Malí y Nigeria.Es importante apoyar a los gobiernos árabes que luchan contra el yihadismo pero también aprovechar este desafío para fortalecer la conciencia del patrimonio que constituye nuestra convivencia. La batalla contra el yihadismo no es sólo policial, sino también educativa, cultural y moral.