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No tengo Sida, vivo con VIH

Cuando Miguel decide hacerse la prueba del VIH tiene el convencimiento de que está infectado. Lo sabe, vaya. Ese día lo recuerda siempre, era un lunes 9 de octubre, tenía 24 años y se fue a trabajar como si nada aunque sabía que acababa de firmar su sentencia de muerte.

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Tiempo de lectura: 4'Actualizado 27 abr 2017

De eso, hace ya 19 años, y de muerte nada. Miguel es un hombre activo, comprometido que vive haciendo planes a largo plazo. A corto plazo, se ha propuesto dejar de fumar. Y es que, a Miguel, si hay algo que le preocupa de su salud es el enfisema que le produce tanto tabaco, hábito del que está decidido a desprenderse. Cuando con 25 años se hace la prueba del VIH es porque sabía que todo apuntaba a que su tipo de vida le habría situado a los pies de los caballos de esta enfermedad, que ya se sabe como se transmite. “Entonces me pilló la transición, cuando era una sentencia de muerte y luego comprobamos que se trataba de una enfermedad crónica, era una época de muchos miedos-recuerda-no se conocían todavía las vías de transmisión”. Para un enfermo de VIH comienza un camino difícil cuando se entera del diagnóstico, “yo lo afronté bien, siempre tienes la esperanza que vas a dar negativo, pero había tenidos muchas conductas de riesgo, mis amigos me arroparon, yo sabía lo que era , algunos que conocía habían muerto de Sida, contabas con que te ibas a morir pero sabía lo que había, al principio lo llevé mejor, luego vendrían peores años”. Imaginarnos como se vive sabiendo que en tu cabeza resuena una cuenta atrás no es fácil. “Mi ilusión era ver el cambio de milenio yo decía: ¿y es que me voy a morir sin llegar al año 2000? Pues mira llegué y tampoco fue para tanto”- recuerda entre risas. Tu vida cambia cuando lo sabes, tener que ir al médico con 24 años no es normal, los controles, “te cambia todo”. Al inicio de la enfermedad Miguel se tomaba 15 pastillas al día, ahora solo necesita tres. Con un tratamiento como ese en los años 90 era muy difícil tener un trabajo normal, porque prácticamente  todo el día tenías que estar interrumpiendo tu actividad para tomar la medicación. Hoy ¿quién no toma tres pastillas al día aunque solo sean de vitaminas? Hay cosas que no han cambiado Los tratamientos han cambiado para bien, se ha avanzado en investigación, se ha invertido en ciencia. Una de los cosas que no han cambiado en estos años es la aceptación social, es la misma que hace 20 años. No es fácil decir donde trabajas que tienes el VIH. “Entonces lo oculté, y ahora la discriminación ha cambiado poco-asegura pensativo-yo solo lo he podido decir en dos trabajos de los que he tenido, uno porque era muy familiar y este último porque tiene que ver con el VIH y el sida, pero igual que un diabético, o una persona que tiene cáncer lo puede compartir con sus compañeros yo creo que nosotros no podemos”. Miguel insiste en que el VIH no te limita, que puedes hacer las mismas cosas que los demás. “Lo único es que a lo mejor tienes que ir una vez al mes a por tu tratamiento al hospital, y claro llega un momento que las excusas se terminan”. Pero para eso está gente como Miguel.  Él es voluntario y ayuda a personas que ya saben que tienen VIH. Uno de sus cometidos es ir a recoger la medicación de personas que no pueden estar faltando a su trabajo de forma regular. Esas personas a día de hoy, ocultan que son enfermos crónicos con VIH. Todavía impera el desconocimiento social que hay sobre la enfermedad. Miguel apunta a que los medios no lo estamos haciendo bien. “Normalmente se usa una terminología que no es la adecuada, os encanta (a los periodistas) hablar de contagio y el VIH no es la gripe, no se contagia se transmite, con lo cual si no eres un grupo de riesgo es casi imposible que te puedas infectar”. Y quiere dejar claro que debemos tener en cuenta que no es lo mismo VIH que SIDA. “El Sida te mata, es verdad, te mueres porque tu cuerpo ha desarrollado la enfermedad y te baja tanto las defensas que al final tu sistema inmunológico no puede ni con un simple constipado”. El futuro a corto plazo Miguel hace muchos años que hace planes y es un ejemplo andante de que se puede vivir con VIH. Trabaja con gente que ya sabe que tiene la enfermedad crónica y sabe que los miedos siguen siendo lo mismo. “La impresión, el impacto es el mismo que hace veinte años, pero según van  pasando las semanas se tranquilizan al hablar con los médicos- se para y piensa- los miedos, las vergüenzas, las culpas siguen estando presentes, la sociedad como ya hemos dicho no ha cambiado demasiado, hay desconocimiento y por lo tanto rechazo, eso hay que trabajarlo más”. Una de las cosas que te enseña el VIH es a buscar la parte positiva de todo. “Yo acompaño a gente que está sola y no quiere ir a recoger un diagnóstico solo porque le da miedo que le den la mala noticia”. Miguel insiste en que “todo el mundo debería hacerse la prueba, hay mucha gente que que tiene VIH y no lo sabe”. Todos los expertos concluyen que si una persona toma el tratamiento bien, es muy difícil que pueda transmitir el VIH y se frenaría bastante la expansión de la enfermedad. “Cuando conoces esto te relajas, dejas de verte como una bomba biológica”. En África son miles de personas las que mueren porque el VIH finalmente desemboca en el Sida ya que no existen tratamientos al que tengan acceso todos los ciudadanos. Es un gran problema que allí sí que mata y que hace plantearse a los de aquí aquello de que encima tenemos suerte por tener  un sistema sanitario que nos permite seguir viviendo a pesar de las carencias que se han multiplicado con la crisis. La generosidad de Miguel abriéndonos su día a día responde al objetivo de dar testimonio de vida. No es que se sienta marginado pero él insiste en que se puede llevar una vida normal, “además ¿quién lleva una vida normal? ¿qué es una vida normal?, lo que yo sé es que esto no me impide hacer nada”. A Miguel lo que más le duele es tener la sensación de que la gente piensa que te mereces el VIH, “Parece que como es una enfermedad de transmisión sexual es que te lo mereces”. Miguel se ve con 70 años, y esa sensación le hace sonreír abiertamente, “yo no he hecho nada malo, al que no les guste que no mire, ya buscaré a personas que me quieran como soy, y es que el VIH es una pequeña parte de lo que soy”. 

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