El PP y el PSOE han lanzado este fin de semana un mensaje coincidente en la campaña electoral. Rubalcaba ha subrayado que los socialistas no son iguales que los populares y Cañete lo ha reafirmado. Para hacer evidentes las diferencias, esté sábado ha reaparecido en una cena mitin Zapatero. Las palabras del expresidente nos han hecho recordar las diferencias. Los dos partidos mayoritarios luchan contra la abstención y contra esa especie que se ha corrido que los iguala. Identificar al PP y al PSOE con la misma propuesta es una forma de pereza intelectual que tiene mucho de irresponsabilidad. No hay más que comparar la diferencia entre las dos políticas económicas que han llevado a cabo, su actitud ante el nacionalismo separatista o su distancia en las cuestiones sociales, para que la diversidad salte a la vista. Otra cosa bien diferente es que en ciertas cuestiones esenciales, afortunadamente, coincidan. Y más que deberían estar de acuerdo. Un país moderno se distingue por compartir un proyecto nacional. Por eso no es disparatado lo que ha asegurado Felipe Gónzalez: si en un futuro alguno de los dos partidos no tiene mayoría suficiente para gobernar es mejor que busquen una solución a la alemana y abandonen la tentación de la alianza con el nacionalismo o con otras fuerzas minoritarias.