Los impuestos han entrado en la precampaña electoral. Y tenemos propuestas para subirlos, para bajarlos y para dejarlos como están. Después de todo lo sucedido en los últimos meses hay que exigir a todos los partidos políticos sinceridad. Una subida sustancial del impuesto de la renta para incrementar de forma considerable el gasto público provocaría un desastre. Penalizaría el consumo y el ahorro y sofocaría una recuperación que tiene ya serias incertidumbres.Tampoco parece razonable pensar en una bajada. Es necesario ser claros sobre la situación en la que estamos. España ha incumplido los objetivos de reducción de déficit. Los nuevos vientos que soplan en Bruselas han permitido que nos den un nuevo plazo para cumplir con nuestro compromiso. Nos ha venido muy bien que la decisión sobre la multa por nuestro incumplimiento se haya aplazado hasta después de las elecciones. Alemania presiona insistentemente para que cumplamos el Pacto de Estabilidad. De momento, gracias al apoyo de Bruselas, hemos conseguido algo de margen.Tenemos dos años para reducir el déficit en 8.000 millones de euros. Es necesario que las promesas electorales sean sensatas y no hagan contra-pedagogía. Ni subida ni bajada, lo que necesitamos es una reforma fiscal que mejore la racionalidad de nuestro sistema tributario y una reforma en la financiación de las Comunidades Autónomas.