La propia enfermedad le sirvió para tener una experiencia de Fe con Cristo. Sus éxtasis le llevaron a confiar más en el Señor, y a pedir por la conversión de los pecadores. Todas sus vivencias en los éxtasis, fueron recogidos por tres religiosas, que escribieron su conversaciones con el Esposo Amado. El director espiritual dio orden de que se recopilasen en un libro con el nombre de “Contemplaciones”. Estas páginas, resultaron un verdadero manual de Teología. Tampoco faltaron momentos de “noche oscura”, en palabras de los grandes místicos. Prueba de ello eran las innumerables tentaciones y dificultades que hubo de soportar en medio de tanta bendición del Cielo. Incluso en algunos momentos llegó a herirse, al querer remediar bruscamente semejantes tentaciones. Sin embargo, esto también lo ofrecía al Señor del Cielo por los necesitados de la Misericordia Divina. Tras este tiempo de sufrimientos, muere a la edad de 41 años en el año 1607, conservándose su cuerpo incorrupto. Iconografía: Se le representa con una aureola de rosas y con el hábito carmelita. Otros Santos: Nuestra Señora del Puy, Beda el Venerable y Vicenta María Álvarez de Vicuña.