Alumno prestigioso de famosas universidades como Rávena, Faenza y Parma, se retira a un Monasterio donde le elegirán, con el tiempo Abad. Allí se entremezclan problemas de saludo, estudio y regla de disciplina penitencial, fundando después nuevos monasterios. Asistente a Roma a la coronación de Enrique III, Emperador del Sacro Imperio Romano y al Concilio de Letrán, cuando vuelve al cenobio se da cuenta de la importancia de la vida eremítica. Así se lo contará al Papa Clemente II, uniéndose a las disposiciones de reforma y revitalización. Nombrado Cardenal, el Papa Alejandro III potencia su celo apostólico, donde legará abundantes escritos en bien de la Iglesia ante la amenaza de cisma y el advenimiento de un antipapa. Deseoso de abandonar todos los servicios asignados para llevar una vida más monacal, los superiores no le aceptan la renuncia, enviándole a resolver el problema de Monte Casino. En medio de todos estos proyectos de apostolado, muere el año 1072. Iconografía: Se le representa en actitud orante y sentado en la Sede Episcopal. Otros Santos: Severiano, Leonor e Irene.