Cuando su padre fue gobernador de Panamá, regresa a Lima, donde aprenderá el oficio de barbero, que no sólo era arreglar el pelo o extraer muelas, sino que ayudaría a muchas personas a sanar de sus dolencias con remedios naturales. Su sensibilidad a la vida cristiana y sus tareas, le ponen en contacto con los Dominicos del Rosario, a quienes pide la admisión, viviendo entre ellos en extrema pobreza. Allí tuvo la visión en la que le encauza al Plan de Dios sobre él y que le decía: "Pasar desapercibido y ser el último". Por eso se pasó toda la vida en el Convento como Lego y barriendo y atendiendo las tareas en el hogar. Por eso se le denomina cariñosamente "Fray Escoba"  Su caridad fue siempre sin medida, muriendo el 3 de noviembre de 1639. Juan XXIII lo canoniza en 1962. Iconografía: Se le representa  con el hábito dominico y una escoba. En otras ocasiones se le representa con un crucifijo y necesitados. Otros Santos: Teófilo, Silvia y Engracia y compañeros mártires de Zaragoza.