También expulsó de la Ciudad Eterna a los enemigos de San Juan Crisóstomo. Por entonces, se presentó una de las mayores pruebas que hubo de sufrir como fue la invasión de Roma en el 410 por las tropas de Alarico. Pero también hubo otros problemas de índole más espiritual. Es el caso de la herejía pelagiana, que sostenía la imposibilidad de cooperar el hombre con sus obras, a la Gracia de Dios. La reacción de la comunidad eclesial nos e hace esperar y Agustín de Hipona, pide al Santo Padre la condena de esta doctrina, que se hará efectiva en el 417. Tampoco se puede pasar por alto el influjo que tuvo en el gobierno de Hispania, cuando escribió al Obispo de Tolosa, indicándole la manera de admitir en la Iglesia a los que quisieran convertirse después de haberse entregado a los placeres mundanos. Y nuevamente tendrá que intervenir para recordar la obediencia y la comunión con la Sede de Pedro a Hispania, cuando surgieron diversas disputas y divisiones. Muere en el 417. Iconografía: Se le representa sentado en la Sede Papal de Pedro y con su escudo. Otros Santos: Luis Orione, Maximiliano y Serafina.