Sus abundantes tierras, que conformaban el reino, jamás le alejaron de su verdadera aspiración: La búsqueda del reino de Dios y su justicia, sabiendo que lo demás viene por añadidura, como bien señala el Evangelio. Precisamente por eso, siempre pedía que la Fe católica se dilatase por todos sus dominios, entre todos sus súbditos. Una petición que siempre ponía bajo la protección de la Virgen, a la que profesaba una dulce devoción. No en vano, entronizó su imagen por toda Andalucía para que el Sur de la península fuese, en verdad, “tierra de María”. Este caballero de Cristo, había tenido multitud de éxtasis y experiencias de Fe con Jesús, a Quien llamaba su verdadero Señor. Si su vida fue tan sencilla, no lo fue menos el momento de su partida hacia el Cielo. Postrado en unas cenizas, recibió el Auxilio Espiritual de los Santos Sacramentos. Después llamó a su esposa e hijos a los que pidió insistentemente perdón por sus graves imperfecciones. En medio de este clima, cantó el Te Deum, en acción de gracias a Dios por todos los beneficios recibidos. Iconografía: Se le representa orando. Otros Santos: Basilio, Emilia y Juana de Arco.