El Evangelio le sitúa en el grupo de los Doce que escogió el Señor, de entre sus discípulos, tras una noche entera de oración. El objetivo es que fuesen sus más íntimo testigos de todo lo que hiciese. Ante las palabras de Cristo que le pregunta qué buscan, él le pregunta dónde vive. La respuesta del Maestro ("Venid y veréis") le cautiva. Testigo de la Misión Salvadora de Cristo, también da fe de su resurrección, después de morir en la Cruz, así como de su Ascensión. Recibe el Espíritu Santo en Pentecostés y marcha a predicar el Evangelio. La tradición sitúa su muerte en una Cruz en forma de aspa. Iconografía: Se le representa abrazando la Cruz en forma de aspa. Otros Santos: Justina y Zósimo