En este momento, en el que también realiza su catecumenado, Dios se sirve de la aclamación popular para elegirle Obispo de la ciudad, consagrándole el 7 de diciembre. Fiel cumplidor de su ministerio, destacó por su sabiduría y caridad, como verdadero pastor y doctor de los fieles. Su elocuencia cala en el corazón de muchos. Entre ellos, en el de un joven llamado Agustín, que sentirá la llamada a la conversión después de oír a Ambrosio. Tiempo atrás, Ambrosio había dicho a la madre del Obispo de Hipona: “Un hijo que te ha costado tantas lágrimas no puede perderse”. Defiende con sus escritos la Fe, combatiendo el arrianismo, y luchando por los derechos de la Santa Madre Iglesia. Muere el 4 de abril del año 397 y es uno de los principales Padres de la Iglesia Latina. Iconografía: Se le representa con un libro en la mano, simbolizando su faceta de plasmar las Teología en los libros. Otros Santos: Isidoro, Bartolomé y María Josefa Roselló.