Durante su alocución, Francisco se ha centrado en el Orden Sacerdotal, aludiendo también al matrimonio ya que estos dos Sacramentos forman parte de una vocación cristiana específica y concreta. Tras recordar brevemente la importancia en la vida del creyente de los Sacramentos de iniciación -Bautismo, Confirmación y Eucaristía-, ha presentado Orden y matrimonio como una manera d emostrar el amor de Dios derramado sobre el hombre para una tarea concreta, contribuyendo a la edificación de la Iglesia. El Pontífice al presentar los tres grados del Orden -Episcopado, Presbiterado y Diaconado- recuerda que la tarea del sacerdote es partorear al Pueblo de Dios con caridad y entrega. Si no se hace de esta manera no tiene ningún sentido la entrerga y el servicio que conlleva este Sacramento que es un don del Corazón de Cristo. El Santo Padre recuerdaq que un sacerdote se pone a la cabeza de la comunidad a la que sirve, en nombre de Cristo Cabeza de la Iglesia. Si no lo hace así se equivoca. Así se enseña que Cristo se vuelca con su Iglesia hasta el final. De esta forma reaviva el fuego del Amor de Dios en la comunidad eclesial. En un tono coloquial, Francisco ha dicho que para ser sacerdote no hay que comprar billetes, ya que la iniciativa para llamarnos al sacerdocio parte de Dios. Al terminar, el Santo Padre ha saludado a todos los rpesentes, haciendo un breve resumen de su catequesis en los principales idiomas y ha impartido la Bendición Apostólica, como siempre espcialmente para los enfermos y necesitados, una bendición que se extiende también para todos los objetos que se lleven a tal fin