El secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, pidió ayer la dimisión del presidente del Gobierno por el caso de los papeles de Barcenas. Es una petición disparatada teniendo en cuenta de quién viene, el máximo responsable de un partido que ha gobernado España durante muchos años. Hasta el momento lo que tenemos es la publicación en un periódico de una supuesta contabilidad B con una letra que según todos los indicios es la de Bárcenas. El caso va a ser investigado por la Fiscalía anticorrupción. Y por otro lado tenemos la palabra del Presidente del Gobierno de que nunca pagó ni recibió dinero negro y de que su partido no realizó prácticas contrarias a la ley. Se puede discutir si la palabra de Rajoy es suficiente para disipar las dudas que en este momento pesan sobre el PP. Si su estrategia es la adecuada y si no sería necesario aportar otro tipo de indicios. Pero reclamar la dimisión del presidente del Gobierno por unos papeles de los que no se conoce el origen supone desbarrar. Cosa diferente sería que la investigación judicial acreditara que se hubieran producido  comportamientos irregulares. El error de la oposición tampoco debería ser motivo para que el PP se conforme con lo ya hecho. La comparecencia del Presidente el sábado, debe ser la primera, no la última, de una serie de acciones que sirvan para disipar todas las dudas.