Varios países árabes como Arabia Saudí, Jordania y Emiratos Árabes se han sumado a la coalición internacional contra el yihadismo. El terror que extiende el Estado Islámico no puede ser entendido como una batalla entre Oriente y Occidente, y en ese sentido la reacción de países de la zona, de mayoría musulmana, que sienten la amenaza como suya, es una noticia muy relevante, que cambia por completo el escenario.Ahora bien, los bombardeos selectivos sobre las posiciones de los terroristas en Siria e Irak no son suficientes. Estados Unidos, y con él buena parte del mundo, teme que se pueda abrir la puerta a un nuevo Irak o incluso un nuevo Afganistán. Obama ha dejado claro que no contempla el despliegue de tropas terrestres en la zona y los expertos son rotundos al afirmar que sin hacerlo será imposible derrotar completamente al Estado Islámico.El delicado avispero de Oriente Medio obliga a sopesar muy bien hasta dónde y con qué proporcionalidad deben emprenderse allí acciones bélicas, aprendiendo de experiencias anteriores. La situación es tan compleja que ni siquiera la importante novedad del apoyo árabe permite ser del todo optimista. La coyuntura requiere estrategia pero también ejercitar virtudes como la prudencia y la justicia, sabedores de que en el fondo se está librando un gran desafío cultural y que por tanto no sirve la mera intervención militar.