Después de un silencioso y minucioso trabajo de investigación, sin otra ley que la del rigor científico, un grupo de españoles enamorados de nuestra literatura más brillante, cuajada en el Siglo de Oro, acaba de confirmar que parte de los restos enterrados en la cripta del convento de las Trinitarias, pertenecen, como ya se sospechaba, a don Miguel de Cervantes Saavedra, religiosamente custodiados durante siglos. De esta manera, el autor del universal Don Quijote de la Mancha, que tan bien supo retratar el arquetipo de caballero y del escudero español, vuelve a irrumpir en la actualidad como una bocanada de auténtica cultura popular, en una España de la que está ausente todo atisbo del ingenio que derrochó don Miguel. Bien es verdad que la literatura del Quijote está cuajada de citas de la sabiduría recogida en la Sagrada Escritura, el libro cumbre de la historia que hoy parecen ignorar políticos e intelectuales. El hallazgo de restos tan ilustres debiera servir para poner de actualidad la obra del más universal de nuestros escritores, y también para que los políticos envueltos en diversos escándalos, tuvieran muy en cuenta algunos de los razonamientos del genial autor. Por ejemplo, que más vale el buen nombre que las muchas riquezas, o que nada hay más pequeño que un grande dominado por el orgullo. Con algo de ironía se podría propugnar que se coloque un busto de Cervantes en el corazón del Congreso de los Diputados.