Nada hay más alejado de la política eficaz que los cantos de sirena. Aunque estamos en un momento en que la densidad de las dificultades agudiza el pesimismo social, debemos sumar a nuestros buenos deseos un ejercicio de realismo para que los sacrificios económicos comiencen a dar sus resultados. Las declaraciones que el presidente Mariano Rajoy ha realizado al rotativo Financial Times no son un elenco de buenas intenciones sino la constatación de un trabajo que parece, según los primeros datos, bien orientado. El Presidente del Gobierno ha insistido en que el programa de reformas comenzará a dar frutos este mismo año y que necesitamos la ayuda de la política monetaria y fiscal europea, así como el empuje de nuestros socios más fuertes, especialmente de la locomotora alemana. La salida de la crisis comenzará a palparse y se acelerará en la medida en que Europa tome las decisiones oportunas. Lo que no se puede negar es que los primeros indicadores de este año apuntan a un cambio de tendencia que debe ser aprovechado por el Gobierno para incentivar reformas de fondo. El éxito en las emisiones de tesoro público y en la colocación de la deuda de las empresas privadas en los mercados financieros, y el descenso de la prima de riesgo, son apuntes que dibujan un escenario de esperanza. Hace falta que esa tendencia se materialice en generación de empleo y en la estabilidad de un sistema de bienestar renovado y viable. Aún hará falta mucho trabajo y disposición a un sacrificio útil y con horizonte de futuro.