Miles de personas se han manifestado este domingo en Moscú y en otras ciudades  rusas, como homenaje póstumo al líder opositor, Borís Nemtsov, abatido a tiros el viernes pasado en plena calle, a escasa distancia del Kremlin. Por desgracia, Rusia se está acostumbrando al crimen. Nemtsov es uno más en la lista de políticos opositores asesinados. Antes lo fueron diputados como Galina Staravóitova o Serguéi Yushenkov. Y desgraciadamente nos está acostumbrando también a una cierta sensación de impunidad, pues hasta el momento nada se sabe sobre las investigaciones policiales del crimen de este viernes, como tampoco se supo nunca mucho de los anteriores.Queda la voz, cada vez más fuerte y numerosa, de miles de rusos que dicen “basta ya”. En este país, casi cualquier versión de los hechos empieza qa resultar verosímil. Pero hay una sombra que se extiende de forma preocupante y que el Gobierno ruso haría bien en disipar, aplicándose en el esclarecimiento de los hechos. A nadie se le escapa que Nemtsov era diputado en la Asamblea Provincial de Yaroslav, destacado combatiente de la corrupción, y además, firme opositor a la guerra en Ucrania. Este caso plantea un desafío ante el que cabe prudencia pero no tibieza, porque si algo ha demostrado saber manejar Putin, a la perfección, son las debilidades de la Comunidad Internacional en general, y las de la Unión Europea en particular.