La vida política española está muy revuelta después de que se hayan publicado nuevas declaraciones de Luis Barcenas, el que fuera tesorero del PP, y de la aparición de nuevos papeles de una posible contabilidad del partido. Según esos papeles, dados a conocer por El Mundo, Aznar y Rajoy cobraron sobresueldos cuando no podían cobrarlos. Barcenas que está en la cárcel a petición del fiscal que depende jerárquicamente del Gobierno, acusa al PP de haberse financiado ilegalmente y  amenaza con hacer caer al Ejecutivo. Sobre el PP vuelve a cernirse una  sombra que el partido debe despejar dando explicaciones convincentes. No es suficiente con la investigación judicial. La política y la comunicación tienen otros tiempos. La verdad jurídica del caso la determinarán los tribunales. Hay que tener en cuenta que Bárcenas es un hombre acosado por sus posibles delitos. Sus declaraciones pueden ser consecuencia de haberse visto entre rejas, y de un afán de venganza. La segunda preocupación de los españoles, después del paro, es la corrupción. Hay hechos evidentes que justifican esa preocupación. Pero también hay que reconocer que los escándalos se magnifican en ocasiones porque tienen una aparente utilidad política para los adversarios y porque así se alimenta el sensacionalismo. El caso exige determinación en el PP, pero también prudencia en la formulación de conclusiones.