Corea del Norte ha lanzado un nuevo desafío a la Comunidad Internacional con la explosión de una bomba nuclear de Hidrógeno, que ha producido un terremoto de magnitud. Es una prueba más de la retórica belicista de un país en manos de un líder arbitrario y violento.  Kim Yong-un autorizó días atrás el ensayo nuclear con el argumento de que su país disponía de la tecnología y de la capacidad suficiente para defender de forma fiable su soberanía. El líder norcoreano, que se caracteriza por la crueldad y brutalidad de sus actos, introduce así un elemento más de desequilibrio en esa zona del planeta. Es una estrategia de permanente provocación hacia sus vecinos, Corea del Sur y Japón, encaminada a consolidar tanto la posición interna del fanático líder como a infundir temor en estas naciones.Habrá que ver si esta prueba supone un freno en las relaciones de Corea del Norte con China, dado que este país se opone a la carrera nuclear de Kim Yong-un. La respuesta del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no se debe hacer esperar. Es preciso combinar mano firme en las sanciones y diálogo paralelo, para frenar esta deriva irracional de incalculables consecuencias.