Desde que ha pisado suelo africano, el Papa no ha desaprovechado un minuto para llevar el mensaje de la paz y la esperanza de Cristo a los pueblos que le esperan. Ya en el vuelo a Nairobi bromeaba con los periodistas diciendo que el único peligro de este viaje son los mosquitos. En su primer discurso ante las autoridades kenyatas, señaló tres grandes preocupaciones del ámbito socio-político: garantizar el futuro a la juventud; la cuestión ecológica, objeto de su reciente encíclica, y las situaciones de pobreza y frustración que alimentan el miedo, la desconfianza, la desesperación, y finalmente el terrorismo.En el encuentro interreligioso mantenido en la Nunciatura, donde abrazó a protestantes y musulmanes, insistió en que el nombre de Dios no debe ser usado jamás para justificar el odio y la violencia, añadiendo  que los cristianos deben ser reconocidos como profetas de paz. Finalmente, en la misa que presidió muy de  mañana en el campus universitario de Nairobi, ha vuelto a recordar la belleza de la familia cristiana, el valor de la vida y el respeto a la dignidad de cada persona, otra de las grandes preocupaciones que lleva en el corazón y que han sido objeto del reciente Sínodo. Es el mismo anuncio del Evangelio destinado a los hombres de todo tiempo y lugar, que en el África desgarrada de este comienzo del siglo XXI tiene resonancias especiales.  Por eso los medios de comunicación africanos ya califican a Francisco como el Profeta de la Paz.