Los ecos de la convención política del Partido Popular durante el pasado fin de semana, casi han quedado desvanecidos ante la expectación suscitada por las elecciones de Grecia. Algunos se plantean ahora hasta qué punto los sacrificios soportados por la sociedad española para superar la bancarrota han valido la pena, cuando el populismo emergente se propone demoler todo lo conseguido. El PP ha querido contestar a esa pregunta desde su Convención, aunque se le acuse de excesivo optimismo. España estuvo a punto de seguir el mal ejemplo griego con la política del avestruz aplicada por el socialista Rodríguez Zapatero, hasta que recibió las presiones de los líderes internacionales alarmados por la deriva irresponsable de la economía española.La victoria electoral de Rajoy sacó a la luz buena parte de la basura acumulada por la corrupción, los cajones llenos de facturas sin pagar, los créditos concedidos por razones políticas y tantos otros abusos de poder que todavía se encuentran en las instancias judiciales. No hubo otro remedio que acentuar la austeridad que el propio Zapatero se vio obligado a aplicar en los estertores de su gestión económica, mientras en Grecia se sucedían los rescates en condiciones muy duras. Es absurdo cualquier paralelismo entre los casos griego y español, pero el PP no debe conformarse con los deberes hechos en materia económica. Necesita conectar de nuevo con una sociedad que reclama política con mayúsculas.