Ese fin de semana Podemos ha celebrado su Consejo Ciudadano para preparar un congreso que celebrará en febrero. La división dentro del partido de Pablo Iglesias se ha hecho evidente. El secretario general ha reclamado una unidad que tiene mucho de uniformidad. Se cumplen dos años y algunos meses del congreso de Vistalegre, la reunión en la que Podemos tomó forma. El partido vivía en esos momentos la euforia del resultado de las elecciones europeas, y Pablo Iglesias hablaba entonces de la posibilidad de tomar el cielo por asalto.En poco tiempo, Podemos ha experimentado una rápida evolución. Sus círculos recogieran el deseo de cambio expresado en los movimientos del 15 M. Era un fenómeno relativamente transversal, pero ahora esa transversalidad ha desaparecido. Pablo Iglesias reclama una estructura y una ideología propias de la vieja izquierda europea: las influencias marxistas son evidentes.El Podemos que nazca de esta refundación, bajo el control casi único de Pablo Iglesias, será un partido con una férrea disciplina ideológica, poco trabajo parlamentario y mucha agitación en la calle. Volveríamos a tener un partido comunista parecido al PCE anterior al de 1956, fecha en la que la formación apostó por lo que se denominó entonces la estrategia de reconciliación nacional. El deseo justo de otra forma de hacer política quedaría olvidado.