Hoy se produce en el Congreso el debate sobre la petición del Parlamento catalán de cesión de competencias para convocar un referéndum de autodeterminación. Aunque se conoce por adelantado el resultado de la votación, lo que importa conocer son los matices de lo que digan los protagonistas del debate para saber qué posibilidades de diálogo quedan para evitar lo que se ha llamado el “choque de trenes”, la catástrofe que supondría una ruptura total entre el Estado y las instituciones catalanas. Un hilo de esperanza lo ofrecen los contactos que ha mantenido la vicepresidenta del Gobierno con diversas personalidades catalanas al tiempo que el ministro de Asuntos Exteriores no ha dejado de insistir en la necesidad del diálogo, siempre dentro de la ley. El único diálogo posible, al margen de los problemas de financiación, es sobre la eventual reforma de la Constitución, que exige un laborioso proceso reglamentado en la propia Carta Magna que supone el acuerdo de los tres quintos del Congreso y del Senado. Artur Mas debe decidir si prosigue el camino al precipicio, del que tarde o temprano se le pedirán cuentas, o reconduce el proceso a la legalidad y el buen juicio que valora el bien de una unidad forjada a lo largo de siglos de convivencia. Tampoco ayuda a clarificar el panorama la postura socialista a favor de un Estado federal, que por otra parte los separatistas catalanes también han rechazado de plano. El debate de hoy permitirá ver con más claridad hasta donde llega el peso de la ley cuando está en juego la propia democracia.