Orissa es un Estado de la India situado en la costa este del país, que desde el año 2008 ha pasado a ocupar cierto protagonismo en los medios de comunicación especializados en la defensa de la libertad religiosa por sus continuos y graves ataques contra cristianos. El último de estos ataques, sucedido anteayer, ha sido contra una religiosa franciscana de nacionalidad india. El Presidente de la Conferencia Episcopal de la India ha denunciado públicamente el secuestro y violación de esta joven religiosa, así como el asesinato de un pastor protestante, médico y misionero. Las comunidades cristianas en Orissa son vulnerables, están indefensas y necesitan la protección eficaz del gobierno. La violencia que padecen no es accidental sino fruto de una estrategia organizada y dirigida por grupos hinduistas radicales que albergan el propósito de expulsar hasta el último cristiano que viva en su territorio, independientemente de cuál sea su nacionalidad. La India es una democracia parlamentaria y una de las economías emergentes que mayor fascinación e interés internacional despierta. Todo ese potencial contrasta, sin embargo, con el clima de persecución que el Gobierno de la India está obligado a detener y castigar. No sólo porque su deber es proteger la vida de sus ciudadanos sino porque difícilmente la India podrá llegar a ser el gran país que aspira si sus fundamentos se edifican sobre la exclusión de las minorías religiosas.