Aún no se ha apagado la ola de violencia que se ha extendido en los Estados Unidos después de que un jurado popular dejara libre y sin cargos al policía que disparó contra al joven afroamericano Michael Brown en la ciudad de Ferguson, el pasado mes de agosto. Este nuevo brote de violencia viene a confirmar que, pese a tener el primer presidente negro de la historia de América, la denominada cuestión racial no está resuelta en la vida de la sociedad estadounidense. El Presidente Obama intervino tras el estallido para compartir la desazón de muchos ciudadanos pero afirmar que no se puede poner en duda el Estado de Derecho y las garantías que éste ofrece a la hora de juzgar acontecimientos tan dolorosos y de tanta repercusión social.Estados Unidos se enfrenta a una de sus más complejas paradojas por el hecho de que en la primera democracia del mundo, ejemplo de integración social, se produzcan este tipo de desórdenes. La dificultad de fondo trasciende la cuestión legal y las implicaciones que tiene el dato de una policía formada en su gran mayoría por agentes blancos. La moderna sociedad americana se enfrenta a un problema social, que es también educativo, y para el que los mecanismos formales de integración son insuficientes. Si no se dan unas condiciones sociales para las nuevas generaciones en entornos marginales, surgen los problemas. El incremento de la pobreza genera desigualdad, exclusión y recelo entre comunidades, con su secuela de desórdenes sociales. Aun así, la sociedad norteamericana sabe que la violencia no es la respuesta.