“La paz sea con vosotros” es el elocuente lema del viaje que emprende mañana el Papa a Sarajevo. Será una visita exprés. En una sola jornada se concentrarán nada menos que 10 actos con jóvenes, autoridades políticas o con líderes de otras religiones y confesiones cristianas, más las sorpresas fuera de programa que nunca faltan con Francisco. A los 20 años del fin de la guerra que asoló la antigua Yugoslavia y de la proliferación de nuevas repúblicas, Bosnia Herzegovina es lo único que queda de aquel Estado plurinacional que había mantenido unido con puño de hierro hasta su muerte el mariscal Tito.Musulmanes, ortodoxos serbios y católicos bosnio-croatas conviven bajo un mismo Estado en Bosnia porque no les queda otro remedio. Se trata de una sociedad profundamente fracturada, donde siguen abiertas heridas como la matanza de Sebrenica de julio de 1995. La visita del Papa no se dirige sólo a los católicos. Es llamativo que tanto serbios como musulmanes le esperen, en términos generales, con los brazos abiertos. Y es igualmente llamativo que, después de Albania, el segundo viaje del Papa a un país europeo sea nuevamente a un lugar de mayoría no católica, signo elocuente de esa Iglesia en salida que tan insistentemente pide el Papa, una Iglesia fermento de la masa, que promueva activamente la paz y la dignidad del hombre.