Mariano Rajoy tiene la oportunidad de hacer un acto de ejemplaridad que contribuya al rearme ético de la política y de la sociedad, interviniendo con contundencia en la clarificación de las informaciones que están apareciendo con motivo del caso Bárcenas. La opinión pública podrá suponer que el primer interesado en descubrir y denunciar a quien haga acusaciones falsas y mienta, así como a quien esté diseñando una campaña de desestabilización política e institucional, es el Presidente del Gobierno. En un momento en que se pide a la sociedad asumir duros sacrificios y cuando la credibilidad de España es clave para generar la necesaria confianza internacional, el partido del gobierno no se puede permitir el lujo de dejar sombras de duda.  También es necesario cortar de raíz la demagogia y la agitación que llega hasta el absurdo con peticiones como la de IU de convocar elecciones anticipadas. La oposición debe realizar su papel fiscalizador sin olvidar su responsabilidad institucional, sin hipocresías y sin llamamientos a la algarada. Rubalcaba tiene la ocasión de mostrar cuál es su estatra política.  La democracia tiene suficientes mecanismos de regulación y denuncia de la ilegalidad como para que los oportunistas se ensañen en utilizar vías paralelas.