TOROS | Dos orejas y puerta grande para Leandro
Nada nuevo bajo el frío de Ajalvir
Se abrió la temporada taurina en España este sábado en Ajalvir (Madrid) con una corrida de escaso contenido en el que Leandro obtuvo el triunfo tras cortar dos orejas y Juan Bautista paseó también una oreja. La fea y descastada corrida de Sierra Borja dio pocas opciones.
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Actualizado 27 may 2017
Ajalvir (Madrid), sábado 26 de enero de 2013. 1ª de Feria. Un cuarto de entrada. Toros de Sierra Borja, bien presentado y noble aunque flojo el 1º. El resto, feos de hechuras y pobres cabezas. Descastados y de escaso juego. El 5º se dejó. Juan Bautista, oreja y silencio. Leandro, saludos y dos orejas. Julio Parejo, silencio en ambos. Como la película ‘Atrapado en el tiempo’, la del Día de la Marmota, regresar a Ajalvir año a año le hace a uno volver a ver las mismas caras, pasar el mismo frío en cuanto desaparece el sol y preguntarse qué hace uno en un festejo como este. Bendita afición, dicen algunos… Lo cierto es que poco recordaremos de esta primera corrida de toros de la temporada española allá por el mes de octubre cuando se eche el telón de la campaña. Porque los argumentos de este festejos han sido más bien escasos. La corrida de Sierra Borja, cinqueña, pobre de pitones y feísima de hechuras a excepción del primero, ha sido un saldo en toda regla. Con semejante ganado, se puede uno imaginar el resultado final del festejo. El triunfador, dirán las estadísticas, fue Leandro, que cortó dos orejas al manejable quinto. El vallisoletano salió algo más decidido que en su anterior toro y armó un trasteo más de detalles que de toreo fundamental. Nunca se ajustó además Leandro, que dejó una estocada al primer intento antes de pasear el facilón doble trofeo. En su primero estuvo desconfiado con un animal paupérrimo de pitones que nunca humilló ni se desplazó con claridad. Una oreja por una buena estocada paseó Juan Bautista en el que abrió plaza, el único animal digno de todo el festejo en cuanto a presencia. El de Sierra Borja tuvo cierta nobleza y clase, cualidades a las que no acompañó la fuerza, llegándose a derrumbar dos veces durante la faena de muleta. El francés se apretó poco con el toro y siempre lo llevó por las afueras y a media altura, por lo que la frialdad presidió todo el trasteo. El cuarto fue un manso pregonado que desde que salió por chiqueros no quiso pelea, volviendo grupas cada vez que Juan Bautista le ponía por delante los engaños. Quien no justificó su presencia en Ajalvir fue el extremeño Julio Parejo, verde y sin oficio en sus dos toros. En su primero nunca se templó y con el que cerró plaza, un animal que echó rápido el freno de mano, se le vio siempre desconfiado y a merced del toro. En ambos fue silenciado. Galería fotográfica: Iván de Andrés / @ivandeandres
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