Cataluña ha tenido el privilegio de acoger la primera visita fuera de Madrid del Rey Felipe VI. Una visita, con motivo de la entrega de los premios del “Foro Impulsa” de la Fundación Príncipe de Girona, que ha permitido actualizar un mensaje que ratifica la voluntad de la monarquía de contribuir al respeto, al entendimiento y a la construcción de una convivencia solidaria en Cataluña y con el resto de los pueblos de España. Sin referirse expresamente a la permanente provocación que representa el proceso de secesión, el Rey ha recalcado que la colaboración sincera y generosa es la mejor vía para construir, entre todos los españoles, un proyecto común de conviencia, paz y desarrolo político y social.El contraste entre el mensaje del Rey y la respuesta del nacionalismo refleja el problema que atenaza a esa Comundia Autónoma. Hay que lamentar que la respuesta a las palabras de Don Felipe no sea la lealtad constitucional y el respeto. Horas antes de la presencia de los Reyes, el Parlamento catalán había aprobado una moción en la que se ligaba el proceso separatista con la propuesta de un referéndum sobre monarquía o república. A este despropósito se une el desplante de Artur Mas que no estuvo presente en el momento en el que el Rey pronunciaba su discurso. El Rey Felipe, que ha reconocido los elementos de identidad del pueblo de Cataluña, de su lengua y de su historia, ha elevado el horizonte de las aspiraciones legítimas de la sociedad civil. Ahora es necesaria una adecuada respuesta.