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Lydia Jiménez, junto con el Papa Francisco en 2006

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 27 may 2017

El 23 de enero del año 2006, el cardenal Jorge Mario Bergoglio estuvo en Madrid para dar los ejercicios espirituales a la Conferencia Episcopal, momento en el que Lydia Jiménez, presidenta del Consejo Directivo de la Universidad Católica de Ávila (UCAV), tuvo ocasión de escucharle una homilía, centrada toda en la importancia de la unidad como don del Espíritu Santo y el daño de la división como obra del mal espíritu.

Decía así el cardenal Bergoglio:

“El camino de la unidad lleva al triunfo al pueblo de Israel y David deja constituida la monarquía y su hijo heredará un estado constituido, el estado que Dios quería, con las leyes de Dios, las costumbres de Dios. Cuando hay unidad se hacen grandes cosas.

Ustedes podrán decirme: “Sí, pero también David hizo de las suyas”. Hizo pecados gordos, es cierto: el adulterio, el censo, etc. Pero no faltó a la unidad y pidió perdón. No, no se escandalicen por lo que yo les digo ahora: todo pecado se perdona, dice Jesús, menos el del Espíritu Santo, el que va contra el Espíritu Santo. Daría la impresión que es más importante a los ojos de Jesús conservar la unidad de la Iglesia, la unidad del Pueblo de Dios, que los pecados que por fragilidad podamos cometer. Es más grave la falta de unidad que un pecado por debilidad o por tentación.

En cambio, la división apunta al centro mismo de la Iglesia. La división apunta a que uno vaya contra otro, que cada cual lleve su proyecto personal adelante, que no se encamine como Pueblo, que no camine como Pueblo de Dios, como Cuerpo, sino cada cual con sus intereses propios, que no son los de Cristo.

El que siembra la división es el demonio; acordémonos de la parábola del trigo y la cizaña: el enemigo viene de noche y sembró la cizaña, por eso el autor de chismes, de división, el hablar mal de otro…¡nosotros le decimos “cizañero”! eso el Señor no lo tolera. El Señor dice: esto es pecado contra el Espíritu Santo, y esto no se perdona. Pero además, para que todos le entiendan, les explica: “un reino dividido no subsiste”. Si la Iglesia está dividida no subsiste”.

[…] Hay que meterse en estos textos de la unión y de la división y aprender que nuestro amor a la Iglesia es siempre amor de filiación, de fraternidad, porque la Iglesia es Madre y una madre nunca permite la división, nunca divide y un hijo bien nacido, y una hermana, un hermano bien nacido, nunca divide, sino que barren para dentro. Cuando una familia empieza a barrer para fuera, hay algo que no anda bien, esa familia no va a durar mucho.

            Le pido a Jesús que nos enseñe esto tan sutil del pecado contra el Espíritu Santo, de la división y de la unidad, que, a todos los que estamos en la Iglesia nos dé la gracia de amar a la Iglesia: Una. Y defenderla contra todo intento de división, venga de ideología, del pecado del corazón, como la envidia, los celos, lo que sea, venga de donde venga, pero defendamos a la Iglesia. Ese es el peor enemigo. Si nosotros estamos fuertes ¿quién podrá contra nosotros?. Jesús lo dice, si un hombre fuerte y robusto cuida la casa lo van a tener que atar para poder asaltar esa casa y eso les va a dar trabajo. Cuando uno es fuerte más trabajo va a tener el enemigo para asaltarnos y dividirnos”.

Lydia Jiménez ha lanzado un mensaje de bienvenida al Santo Padre. “La nueva evangelización se verá iluminada con las enseñanzas del Santo Padre Francisco I, que ha bebido en las fuentes de la Compañía de Jesús el estilo de los primeros jesuitas y de tantos que han sabido ser evangelizadores creíbles en momentos difíciles de la historia”.

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