El primer Ministro griego ha viajado a Berlín para reunirse con el Presidente del Banco europeo, Mario Draghi, y con la canciller alemana Angela Merkel. Grecia pide tiempo y los griegos lo necesitan para que los efectos de los ajustes económicos y políticos no rebasen el umbral de lo humanamente tolerable. Nadie puede negar que los países más directamente afectados por la crisis están haciendo sus deberes, por lo que no es justo que el conjunto de la Unión Europea y especialmente las sociedades que hasta ahora han resistido mejor blinden su riesgo a costa de los esfuerzos de los más débiles. Porque, cuando así se hace, lo único que se consigue es aumentar el desequilibrio.Sobre este riesgo ha reflexionado Benedicto XVI en su Discurso al Cuerpo Diplomático. La crisis amenaza la confianza en el seno de la Unión Europea. La tentación de los aparentemente más fuertes es abandonar la senda del bien común. Y, sin embargo, como ha subrayado el Papa, “todos juntos, irán más lejos”. Por razones de justicia y de futuro, el primer reto al que se enfrenta la Unión Europea es el de fortalecer su cohesión interna mediante la definición de un proyecto común. Y esto pasa por redefinir las bases sobre las que se asienta su modelo económico. La crisis ha demostrado a dónde lleva una economía que sacrifica el trabajo al capital y la economía real al capitalismo financiero. Es hora de que Europa y sus líderes reconduzcan el curso de las cosas para recuperar la autonomía de la política en sus relaciones con el poder económico y financiero.