El Consejo Europeo ha aprobado el nombramiento de Jean Claude Juncker como presidente de la Comisión. Es una buena noticia. Aunque en principio estaba previsto que el máximo responsable de la Comisión pertenecería al grupo más votado del Parlamento Europeo, no estaba claro que al final pudiera ser así. El Consejo, y especialmente Alemania, no quiere perder poder en favor del parlamento. Merkel, que ha sido muy reticente a Juncker,  al final lo ha apoyado y ha dejado a Cameron solo en su oposición al luxemburgués. Después de los resultados de las elecciones europeas es necesario que los responsables de la Unión respeten lo que sale de las urnas. A los europeos se les había prometido que su voto decidiría al Presidente de la Comisión, y se ha cumplido.Ahora Juncker tiene una importante tarea por delante: conseguir que la Comisión gane independencia frente al Consejo Europeo. El anterior presidente ha tenido un perfil muy gris, algo que hay que cambiar. La Comisión es el órgano, que junto con el Parlamento, legisla. Por eso Juncker tiene que empezar a vencer las resistencias de los euroescépticos que son muchos. Tiene que acercar la Unión a los ciudadanos. Europa necesita en este momento más unión política. Juncker haría bien en seguir los pasos de dos de sus predecesores: el alemán Hallstein y el francés Delors, protagonistas de la construcción de la Unión y no pasivos representantes institucionales.