Los testimonios que se van desgranando en el juicio contra la trama Gürtel no ofrecen por el momento datos novedosos respecto a la instrucción del proceso. Lo que sí comienza a estar claro, al margen de la estrategia legal de defensa, es que al amparo de la política, durante el período 1999-2005, un grupo de empresarios sin escrúpulos, en connivencia con algunos miembros del Partido Popular, diseñaron una trama de enriquecimiento personal aprovechando el boom inmobiliario y la buena marcha de la economía. Habrá que ver en qué medida se produjo también alguna forma de financiación ilegal del partido. Las declaraciones del principal imputado, Francisco Correa, ratifican una serie de prácticas que ocurrieron hace más de doce años, y que deben ser depuradas de raíz para que se produzca una auténtica regeneración de la política y de sus relaciones con el mundo de la empresa. Correa ha dejado claro también que con Mariano Rajoy se acabó esa historia, y que es precisamente el hoy candidato a la investidura quien inició un proceso de limpieza dentro de su partido político. En todo caso, el sonrojo y la indignación que produce la narración de Correa debe traducirse en un profundo examen de conciencia. En todo caso, el necesario juicio contra la trama Gürtel no debe convertirse en una causa general contra el Partido Popular, una causa que algunos esgrimen para bloquear la formación de Gobierno en España.