Son muchos los retos que los partidos tienen en esta campaña para unas elecciones europeas que los ciudadanos sienten distantes, cuando no las ven como ocasión para manifestar su descontento con la política en general. Pese a las notables diferencias de estrategia que se han podido comprobar en el pistoletazo de salida, todos entienden la necesidad de movilizar a su electorado ante el fantasma de la abstención. No olvidemos que en este momento Europa se juega su futuro, y no solo el económico. Dejar las instituciones europeas en manos de eurófobos o populistas, o de quienes propugnan la invasión del Estado en la vida de las familias y las comunidades, sería negativo también para España.La candidata socialista, Elena Valenciano, ha iniciado su campaña por el terreno pedregoso de la demagogia y los ataques personales. Así pretenden disputar el campo a IU abandonando el centro-izquierda. Por el contrario Arias Cañete, con el apoyo de la plana mayor del PP y el aval de José María Aznar, ha querido ofrece una imagen de buen conocedor del entramado europeo, con un crédito político que sabrá utilizar a favor de los intereses de España. Una apuesta por la solvencia y el rigor que no debe estar reñida con la argumentación de un proyecto político arraigado en la mejor tradición de un Partido Popular Europeo: prioridad de la sociedad frente al Estado, economía social de mercado, políticas a favor de la familia y libertad de educación. Los españoles se merecen unos políticos de altura en Europa que representen adecuadamente sus intereses.