Es hora de que los políticos escuchen lo que han dicho las urnas, algo poco frecuente desde el pasado mes de diciembre. Los mensajes de las elecciones gallegas y vascas de este domingo son bastante claros. Feijóo revalida su mayoría absoluta en Galicia. Ha combinado buena gestión con sensibilidad social y con una claridad rotunda en la crítica a la corrupción. Gana puntos para un desembarco en Madrid. Algo parecido se puede decir del País Vasco. El PNV de Urkullu gana las elecciones después de una gestión realista, alejada de cualquier secesionismo. Ha sabido distanciarse del radicalismo de Bildu que resta apoyos después del fin de la violencia. Por el contrario, el PSOE de Pedro Sánchez pierde mucho terreno en Galicia y en el País Vasco. Este PSOE, alejado de la socialdemocracia clásica, es difícil de distinguir de opciones más a la izquierda. Por eso En Marea adelanta a los socialistas en Galicia, que se convierten en la cuarta fuerza en el País Vasco. En las dos Comunidades Autónomas el descalabro es relevante. Es fácil deducir de los comicios de este domingo una advertencia para el líder del PSOE. Si Sánchez se empeña en formar gobierno con Podemos y los independentistas, corre el peligro de entregar el liderazgo de la izquierda a su más cercano competidor. Eso en un momento en el que Podemos y sus confluencias acusan debilidad y divisiones internas.