Con motivo del centenario de la gran encíclica social de León XIII “Rerum Novarum”, Juan Pablo II publicó otra, memorable, para subrayar la  vigencia permanente de la Doctrina Social de la Iglesia. En aquella ocasión impulsó la Fundación Centesimus Annus, que se ocupa de divulgar esta doctrina que vertebra toda la acción social y humanitaria de la Iglesia. El Papa Francisco ha tenido ahora la oportunidad de recibir a varios centenares de miembros de esta Fundación a los que planteó la necesidad urgente de repensar la solidaridad, porque algo no funciona bien cuando la pobreza se propaga al tiempo que se desarrolla la busca del provecho por encima de la dignidad humana. Recordó el Papa que la crisis actual no solo es económica y financiera sino que tiene sus raíces en una crisis ética y antropológica cuyos signos más visibles son la idolatría del poder, del provecho y del dinero por encima del valor de la persona humana. E insistía en que, por encima de la lógica del  mercado está el ser humano y su dignidad, razón por la cual hay que volver a pensar en la centralidad del hombre y en la visión ética de las relaciones humana, sin temor a perder nada. Esta tarea no solo corresponde a los gobiernos sino al conjunto de la sociedad, lo cual resulta más que oportuno recordar ahora que entra en su apogeo la campaña de la declaración de la renta donde se invita a los contribuyentes a rellenar las casillas destinadas la Iglesia y los fines sociales.