La Administración Obama ha decidido dar un paso adelante para armar a la oposición siria que lucha contra el régimen de Asad. La decisión puede convertirse en un fatal error porque va a alimentar la que ya es una auténtica guerra civil entre sunníes y chiitas. La oposición a Asad, lejos de ser la expresión de un pueblo que ansía la libertad, se ha convertido en los últimos meses en un semillero de yihadismo. Son muchos los jóvenes de toda la región, e incluso de Europa, que atraídos por el islamismo radical sunní combaten con las milicias. Uno de sus líderes ha emitido una fatwa en la que asegura que es lícita la violación de mujeres cristianas y alauíes. La Santa Sede ha insistido en el error que supone armar a uno de los dos bandos. Los cristianos, una minoría que antes del comienzo de la guerra, estaba integrada por dos millones de personas, son un buen test de cuáles son las intenciones de los que combate contra el Asad. El hecho de que el yihadismo haya puesto en el punto de mira a los cristianos ha provocado que se hayan arrasado pueblos enteros. Los números de asesinados se cuentan por miles. Y se está produciendo un éxodo masivo de dimensiones históricas. Muchos cristianos huyen hacia el Líbano y los otros países cercanos. Estados Unidos ya se equivocó al comenzar la última Guerra de Iraq. El país sigue todavía incendiado y la importante comunidad cristiana caldea está sufriendo un auténtico martirio. En Siria puede suceder algo similar.