El Producto Interior Bruto español aumentará unos 45 mil millones de euros con la entrada en vigor del nuevo reglamento comunitario que obliga a computar negocios ahora ilegales como la prostitución o el tráfico de drogas. Es una decisión de tipo técnico pero lanza un devastador mensaje de que el interés lo justifica todo. No sorprende así la reciente propuesta de los inspectores de Hacienda de legalizar en España la prostitución o la marihuana, con el argumento de que las arcas públicas recaudarían miles de millones, e ignorando, en cambio, que estas prácticas provocan un grave daño social y fomentan aberraciones como la trata de seres humanos. El obispo de Almería, monseñor Adolfo González Montes, denunció ayer en El Espejo de COPE esta mentalidad egoísta. El representante español en la Comisióndelas Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea aludió, en concreto, a los egoísmos nacionalistas, que dieron origen a las dos guerras mundiales y amenazan todavía hoy la convivencia en el continente. En este contexto social, la Iglesia pide a los católicos que no se desanimen y se impliquen en el proyecto europeo. Para nuestros países no hay alternativa a la UE. La disyuntiva está entre una Europa avariciosa, egoísta y decadente, o una Europa que no reniega de sus raíces cristianas y construye la convivencia sobre unos fundamentos morales sólidos.