La decisión de la Audiencia Nacional de excarcelar anticipadamente a cuatro etarras, con un discutible criterio y con un procedimiento también más que discutible, está provocando la indignación social. A nadie se le escapa el dolor que esta medida está causando en las víctimas del terrorismo. Primero fue la derogación de la Doctrina Parot, y ahora un ejercicio de malabarismo técnico por el que se les descuentan los años que estuvieron en prisión, por otros delitos, en Francia. Un criterio de la Unión Europea no vinculante, y que además no se ha aplicado en otros casos.La decisión de determinados jueces de la Audiencia Nacional está levantando más sospechas que certezas aclaratorias sobre cómo debe reaccionar un Estado de Derecho frente a los responsables de cientos de muertes. La sombra del proceso del fin de ETA diseñado por Zapatero y sus desgarradoras condiciones, es demasiado alargada. Conviene no olvidar que entre los excarcelados se encuentra quien dio la orden de la matanza de Hipercor en Barcelona.La indignación de las víctimas del terrorismo es perfectamente comprensible, ya que esta decisión judicial va contra un elemental criterio de justicia. Para certificar el fin de ETA no vale todo. El recurso del Fiscal solicitando la suspensión de las excarcelaciones no debe dilatarse, aunque el daño causado por las imágenes de los etarras en la calle tiene difícil reparación.