Con el apoyo del Papa Francisco, cientos de miles de personas han llenado esta semana las calles de Washington en la Marcha por la Vida organizada como cada año en el aniversario de la sentencia del Tribunal Supremo que legalizó el aborto en 1973 en EE.UU. La jornada quedó deslucida por el temporal de frío. La temperatura de 10 grados bajo cero obligó a reducir los actos al mínimo e impidió la llegada de varias expediciones desde otros puntos del país. Con todo, los grupos provida norteamericanos tienen motivos para estar más que satisfechos. Lo que empezó como un movimiento casi marginal goza hoy de un apoyo social mayoritario.Una mayoría de los estadounidenses se declara hoy provida. Y aunque siguen produciéndose más de un millón de abortos cada año, ha tenido lugar un cambio de tendencia en el país que tanto hizo en las últimas 4 décadas por promover el aborto en el mundo. En los últimos 3 años se han aprobado en los distintos estados más de 200 leyes para ampliar la protección al niño no nacido, y desde 1990, el número de clínicas abortistas se ha reducido a la cuarta parte. Este cambio de mentalidad es fruto de un trabajo constante en defensa de la vida y de las mujeres embarazas con problemas, realizado en primer lugar desde las parroquias católicas, y apoyado sin ningún complejo por los obispos. El movimiento provida americano demuestra que con pocos medios, mucha perseverancia y mucho trabajo en clave positiva, es posible conseguir grandes logros.