La Conferencia Episcopal ha presentado un año más su Memoria de actividades, en la que da cuenta de cómo emplea sus recursos económicos. Una parte, que no llega al 25%, procede de aquellos contribuyentes que libremente marcan la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta, mientras que el grueso consiste en las aportaciones voluntarias de los fieles a través de las colectas o las suscripciones. Pero la Memoria es mucho más que un balance de ingresos y gastos.En cada ejercicio, la Conferencia Episcopal da un paso más en su esfuerzo por traducir a datos empíricos la realidad de la Iglesia en España, misión capaz de desalentar a cualquiera si se tiene en cuenta que hablamos de unas 40 mil entidades jurídicas entre parroquias, congregaciones o asociaciones. Hay datos de impacto imposible de medir, como los cerca de 50 millones de horas estimadas dedicadas a labor pastoral, o los dos millones y medio de personas en riesgo de exclusión atendidas gracias a un enorme esfuerzo de la Iglesia para poder responder al aumento de necesidades producido a la crisis. Todos estos datos demuestran que la Iglesia realiza una labor indispensable en España en ámbitos como la educación, la sanidad o la atención social, pero sobre todo, frente a tópicos y estereotipos, transparencia.