Cuarenta y cuatro años lleva la Semana de Música de Cámara aportando un mínimo de calidad musical a la exangüe vida musical de Segovia, pero, mientras ésta crece por otras vías –aunque a un ritmo siempre lento y pobre-, la veterana muestra merma y languidece, acorde con los tiempos de crisis que vivimos y el inveterado desinterés de las autoridades locales por la alta cultura. Los tiempos en que Alicia de Larrocha, Victoria de los Ángeles, I Musici, Elisabeth Leonskaja, el Cuarteto Orlando o I Solisti Veneti subían al improvisado escenario del Patio del Alcázar, decididamente, han pasado. Entre otras cosas, porque ahora los conciertos se dan en la Iglesia de San Juan de los Caballeros, a salvo de caprichos de la meteorología. Pero también porque aquellas figuras, u otras de similar categoría internacional, ya no pasan por la Semana; y porque la tal Semana, ya es sólo media semana, con cuatro conciertos nada más: qué bochorno ¿llegaremos a verla reducida a un “Fin de semana de Música de Cámara de Segovia”? En fin: sic transit.Menos mal que, a pesar de la falta de figuras o figurones, la buena música bien interpretada, no falta. Para empezar, el Garnati Ensemble, conjunto residente del Auditorio de Granada, interpreta su inteligente adaptación de las Variaciones Goldberg el día 29 de julio, con una conmemoración del año Wagner al día siguiente, en que el veterano pianista Antonio Baciero tocará su música en transcripciones de Franz Liszt. Sin embargo, el concierto del día 31 es probablemente el de mayor interés musical de la muestra, no sólo por la calidad del Cuarteto Bretón, sino por el esfuerzo que esta agrupación está haciendo por rescatar obras fundamentales del maltrecho patrimonio camerístico español, como los cuartetos de Bretón y Conrado del Campo que interpretará tal día. La (mini)semana se cerrará el 1 de agosto en la Catedral, con un sonoro concierto de trompetas, órgano y percusión a cargo del conjunto Trioorganum.Otros festivales musicales para el mes de agosto.-Los conciertos más destacados del Festival del Músicas de Torroella de Montgrì (Gerona) tienen lugar precisamente en agosto: el viernes 2, en el Auditori Espai Ter, la gran pianista Elisabeth Leonskaja interpretará tres sonatas de Mozart, Beethoven y Chaikovski, y justo una semana después, el día 9 en el mismo sitio, la espléndida Orquesta Barroca de Friburgo tocará conciertos para violín de Vivaldi y Bach.Pero agosto es, por antonomasia, el mes de los grandes festivales del Cantábrico: la Quincena Musical de San Sebastián y el Festival Internacional de Santander. Éste último, del 1 al 26, parece haberse reducido a la velada inaugural y la de clausura, con relleno entre medias –aunque, eso sí, muy digno y sensatamente gestionado y presentado-, mientras que la Quincena –que de quincena ya se extiende a todo el mes- se mantiene, a pesar de los inevitables recortes, con una variedad, un nivel –tanto de exigencia como de glamour musical- y una inteligencia encomiables y sorprendentes en medio del “sálvese quien pueda” generalizado actualmente en el mundo de los conciertos que vivimos actualmente. En San Sebastián, destacamos un par de representaciones de “La Traviata” de Verdi, la visita de orquestas extranjeras como la del Teatro Marinskii de San Petersburgo, la Sinfónica de la Radio de Frankfurt o la de Cámara Inglesa, el recital de la soprano Julia Lezhneva o la “Sinfonía Resurrección” de Mahler a cargo de la Sinfónica de Galicia que clausurará el festival el último día de agosto.