Los resultados de la caída de empleo que ha publicado el Servicio Público de Empleo Estatal, antiguo INEM, más que un argumento con el que el gobierno de Rajoy puede escudarse para tapar el ruido de los problemas en el partido debe convertirse en un aliciente para continuar en el impulso de una serie de medidas que confirmen la adecuada dirección de la política económica. Cinco meses seguidos de caída del paro en España, algo que no ocurre desde 2007, apuntan a que no se trata sólo de un repunte del empleo por causas estacionales. Estos datos expresan una coherencia básica con otros indicadores de la economía española. No es causal que la directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, haya declarado estos días pasados que los datos macroeconómicos de España son buenos y van en la dirección adecuada pese al todavía gran desempleo. Incluso apuntó que el ritmo en el que está creciendo la economía, y los factores que están haciendo posible ese crecimiento, son adecuados para garantizar el futuro. Así lo señalan la mejora de la balanza de pagos por cuenta corriente, la competitividad y el atractivo para las inversiones extranjeras. Sin embargo, algunas patologías de nuestra economía siguen sin parecer sanarse, como el alto índice de paro en los jóvenes o la reforma fiscal para las pequeñas y medianas empresas. Prioridades para un gobierno que no debe confundir la realidad con sus deseos.