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TOROS | 29ª de San Isidro

El 'desembarco' de Victorino

Emocionó y no dejó indiferente a nadie la corrida de Victorino Martín lidiada este viernes en la plaza de toros de Las Ventas. Encierro duro, correoso, que no puso las cosas fáciles a la terna.

La corrida de Victorino Martín no ha dejado indiferente a nadie en Las Ventas. IVÁN DE ANDRÉS

La corrida de Victorino Martín no ha dejado indiferente a nadie en Las Ventas. IVÁN DE ANDRÉS

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 09 may 2017

En el día en el que se conmemoraba el 50 aniversario del Desembarco de Normandía, quien desembarcó con la emoción y la casta por bandera fue la ganadería de Victorino Martín. Guerra en el ruedo de Las Ventas. Referente de la casta, del toro emotivo y de un tipo de Fiesta que parece estar en desuso y vilipendiada por el sistema, Victorino reivindicó, tras algún traspiés en esta plaza, la emoción de una Fiesta que se basa precisamente en eso, en conmover conciencias a partir de la lidia y la dominación del carácter indómito de un animal bravo como es el toro. Ya sea la lidia artística, ya sea la lidia poderosa.La corrida de Victorino Martín no ha sido brava. No. Ha sido una corrida encastada, en manso, pero encastada. Nadie lo puede poner en duda. Corrida de poca entrega, móvil, exigente hasta decir basta. Corrida que recordó en hechuras a los 'victorinos' primigenios. Encierro duro de patas. Pero corrida en la que nadie se aburrió. Corrida que duró dos horas. Dos horas con toros de verdad en el ruedo. Con la dificultad que depara la casta. Para bien y para mal. Corrida que Madrid agradeció y valoró después de casi un mes de toros. Valoración injusta, puede, y exagerada, seguro.Pero, ¿corrida para los toreros? Pues visto lo que ha deparado el festejo, claramente no. No eran toros de ponerse bonito. No eran toros de emocionar a través de la estética. No eran los habituales para la lidia estándar a la que muchas veces estamos habituados. La corrida de Victorino ha sido para toreros machos. Para cuadrillas curtidas y con facultades. Con mucho que torear y dominar. Uceda ni ha estado ni se le ha esperado. Antonio Ferrera ha salvado la papeleta con oficio pese a la incomprensión y la injusticia del público en su segundo toro. Y Alberto Aguilar, que tras fajarse con bravura ante el fiero tercero, tiró las cartas y no quiso saber nada del sexto. En la variedad está también la grandeza de esta Fiesta. En la diversidad de opiniones está la salsa de este espectáculo. Pero lo indudable, es que Victorino Martín ha sido fiel a su leyenda, y aunque ha faltado bravura completa, toros con humillada y entregada embestida, este viernes en Madrid ha reivindicado el manantial de casta que posee esta ganadería.Se aplaudió de salida al redondo primero. Seriedad y trapío sin excesos. No terminó de emplearse en el caballo y llegó andarín al último tercio. Sin romper todo. Ni el toro ni el torero. Uceda buscó las tablas, las del empate técnico al no apostar por el toro. Siempre al hilo, la sensación del madrileño fue pobre. Pinchó antes de la estocada final. Se ovacionó al toro y pitó al torero.Tampoco quiso muchas ganas de pelea Uceda con el cuarto. Faena larga sin estructura de ningún tipo que no tuvo visos de remontar en ningún momento con un toro que midió mucho y por el que tomaron partido pronto los tendidos.  Estampa de Victorino antiguo traía el agresivo segundo. Antonio Ferrera se mostró poderoso con los palos. Con la muleta fue otro cantar. Faena de desigualdades, de tirar del toro y en ocasiones no mandar. Por voluntad no quedó por parte de un Ferrera de más querer que poder en esta ocasión.El quinto fue una prenda. Toro fiero, de agresiva expresión y comportamiento. Fácil con los palos, Ferrera quiso lidiar sobre las piernas al manso encastado, algo que no entendieron los tendidos. No había otra cosa que hacer y así lo entendió el torero extremeño. Cuando cayó el toro fue Manolo Rubio a apuntillar. El toro aguardaba en el ruedo, esperando para hacer presa. Y a fe que lo consiguió. Se levantó como un rayo, mentirosa su muerte, para enganchar al veterano subalterno. Le levantó como un guiñapo. Se vio la gravedad de la cornada desde el primer momento. Duro tuvo que ser para Ferrera ver cómo se ovacionaba un toro mientras su hombre de plata era llevado hasta la enfermería.Fiero y encastado resultó el tercero. Más bajo, más largo, pero igual de serio en su expresión. Alberto Aguilar planteó un cuerpo a cuerpo  con un toro al que dejó demasiado crudo en el caballo. Más poderoso al comienzo y superado en otra ocasiones. Dura batalla, más complicada a izquierdas por donde reponía más el toro. Se ovacionó el empate entre toro y torero. El madrileño tuvo que pasar a la enfermería tras herirse él mismo involuntariamente con el estoque.Salió de la enfermería para lidiar al sexto. Pesaba ya la batalla que se había desatado durante toda la tarde en el ruedo. Aguilar plegó velas y no quiso ver al agresivo sexto, con el que abrevió sin remisión.La estampa  de los tres toreros abandonando juntos el coso madrileño con los tendidos divididos en su juicio final hablaba a las claras de lo vivido en el ruedo. FICHA DEL FESTEJO Madrid, viernes 6 de junio de 2014. 20ª de Feria. Casi lleno. Toros de Victorino Martín, bien presentados aunque desiguales en hechuras. Mansos, encastados, con poder y fiereza en algunos casos. Sin entrega en general. Uceda Leal, pitos y pitos. Antonio Ferrera, palmas tras aviso y pitos. Alberto Aguilar, saludos y silencio.

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