Una de las palabras más repetidas durante la homilía del Papa Francisco en el inicio de Pontificado ha sido la palabra custodia. En sus diferentes formas, el Papa ha insistido en la responsabilidad para con la Creación y su belleza. Sin lugar a dudas éste es uno de los términos más preciados para un cristiano puesto que nos remite al amor de Dios, a su solicitud por el bien del hombre y al don de la vida. Desgraciadamente la palabra Creación es extraña a la cultura contemporánea. En un mundo en el que el hombre se entiende a sí mismo como único creador de su propia existencia, la certeza de un Dios creador no es ni fácil de comprender ni sencilla de aceptar. Pero sin esa certeza es prácticamente inviable el cuidado de la vida y de la entera realidad del mundo.Dios ha puesto en manos del hombre el mundo y la vida para que tengamos una existencia abundante y plena. Estos son los planes de Dios y ningún hombre, por poderoso que sea, debiera impedir, como ha dicho el Papa, que se trunquen los designios de Dios inscritos en la naturaleza de las cosas. Esto pasa por cuidar y hacer fructificar el entorno natural en el que vivimos, pero sobre todo pasa por custodiar las relaciones de fraternidad, las relaciones familiares, la vida de los más indefensos, de los niños y los ancianos. En definitiva, pasa por asumir que somos guardianes de la nuestra vida y la de nuestro prójimo, puesto que es el don más precioso que Dios nos ha dado.