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Críticas de los estrenos de cine del 6 de junio

Análisis de los estrenos de cine de esta semana: Jerónimo José Martín y Juan Orellana comentan “X-Men: Días del futuro pasado”, “The Invisible Woman”, “El hijo del otro”, “Días de vinilo”, “Blockbuster”, “Pancho, el perro millonario” y “La pantalla herida”.

X-Men: Días del futuro pasado

X-Men: Días del futuro pasado

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Tiempo de lectura: 14'Actualizado 09 may 2017

X-Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past) *** (6,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Bryan Singer. Intérpretes: Hugh Jackman, Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, James McAvoy, Halle Berry, Jason Flemyng, Ian McKellen, Patrick Stewart, Anna Paquin, Ellen Page, Shawn Ashmore, Peter Dinklage, Nicholas Hoult, Omar Sy, Daniel Cudmore, Evan Peters, Lucas Till, Bingbing Fan. Guion: Simon Kinberg, basado en una historia de Simon Kinberg, Jane Goldman y Matthew Vaughn. EE.UU. 2014. Fantasía. 130 min. Jóvenes.

Si dejamos a un lado los dos “spin-off” sobre Lobezno —“X-Men orígenes: Lobezno” (2009), de Gavin Hood, y “Lobezno inmortal” (2013), de James Mangold—, “X-Men: Días del futuro pasado” es la quinta aventura fílmica de la Patrulla X, creada en 1963 por Stan Lee y Jack Kirby para los cómics Marvel. En ella vuelve a ponerse tras la cámara el cineasta neoyorquino Bryan Singer (“Sospechosos habituales”, “Superman Returns”, “Valkiria”, “Jack el caza gigantes”), el gran impulsor de la saga. Su principal atractivo es que, gracias a los viajes en el tiempo, une en una misma trama a los personajes de la primera trilogía —“X-Men” (2000), “X-Men 2” (2003), ambas de Singer, y “X-Men: La decisión final” (2006), de Brett Ratner— con ellos mismos cuando eran jóvenes, tal y como aparecieron en “X-Men: Primera generación” (2011), de Matthew Vaughn.

En un futuro no muy lejano, tanto los mutantes como los humanos están siendo exterminados por los Centinelas, unos sofisticados robots desarrollados para eliminar a todo mutante sobre la tierra, pero que también han escapado al control de los humanos. Para evitar el genocidio de unos y otros, los ya ancianos Magneto (Ian McKellen) y Profesor X (Patrick Stewart) deciden que lo mejor es enviar a Lobezno (Hugh Jackman) al año 1973 para que hable con los jóvenes mutantes Eric Lehnsherr (Michael Fassbender) y Charles Xavier (James McAvoy) —los futuros Magneto y Profesor X—, uno encarcelado en el Pentágono y el otro adicto a una sustancia que le permite caminar, pero le mengua sus superpoderes. Entre los tres deberán evitar que Mística (Jennifer Lawrence) asesine a Bolivar Trask (Peter Dinklage), el ambicioso creador de los Centinelas.

Lógicamente, este complejo argumento se traduce en un reparto apabullante, que sostiene bastante bien el cierto caos narrativo que organiza el guion de Simon Kinberg, al tiempo que saca brillos a los diversos conflictos dramáticos de los personajes, siempre de interés, aunque algunos sólo se esbozan. Por lo demás, Singer introduce a sus criaturas en algunas de las secuencias de acción más espectaculares de toda la saga, desarrolladas con un ágil ritmo narrativo, y resueltas con unos impactantes efectos digitales de última generación. En este sentido, “X-Men: Días del futuro pasado” repite la exitosa fórmula coral y multigéneros de “Los Vengadores” (2012), de Joss Whedon, la cumbre de la otra gran franquicia de la Marvel.

Alguno dirá, con razón, que ya resulta un poco agotador tanto superhéroe en tramas trepidantes, aparatosas y más bien esquemáticas. Pero, en fin, se ha llegado a tal perfección técnica y a tal dominio del cóctel mágico de fantasía, acción, aventuras, romance, terror, drama y humor, que es difícil criticar estas superproducciones más allá de que ofrecen “más de lo mismo”. Aquí pesa también su tosca caricatura del presidente Richard Nixon —más leña a los republicanos—, algún que otro exceso violento o sensual, y el cierto tufillo a apología de la ideología de género que desprende tanta insistencia en el derecho a la diferencia. Por eso, por su mayor humor y por su mejor encarnación de la virtudes heroicas prefiero a Los Vengadores que a los X-Men. En cualquier caso, atención, hay propina al final de los títulos de crédito… J. J. M.

 

The Invisible Woman *** (6,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Ralph Fiennes Intérpretes: Ralph Fiennes, Felicity Jones, Michelle Fairley, Kristin Scott Thomas, Tom Hollander, Perdita Weeks, Tom Burke, Joanna Scanlan, Amanda Hale. Guion: Abi Morgan; basado en el libro de Claire Tomalin. Reino Unido. 2013. Melodrama biográfico. 111 min. Jóvenes-adultos.

Coinciden en la cartelera española dos películas cuyas tramas ofrecen dos visiones muy diferentes del matrimonio: “Grace de Mónaco”, del francés Olivier Dahan, y “The Invisible Woman”, la segunda película como director del famoso actor inglés Ralph Fiennes, que debutó brillantemente en 2011 con “Coriolanus”. Si la primera muestra el matrimonio como vocación y cumplimiento de la vida, la segunda propone una mirada desencantada, en la que amor y matrimonio no parecen buenos compañeros.

Aclamada por sus indudables cualidades estéticas —fue nominada al Oscar y al Bafta al mejor vestuario—, esta adaptación de la novela de Claire Tomalin narra la separación del famoso escritor inglés Charles Dickens (Ralph Fiennes) de su esposa Catherine Thompson Hogarth (Joanna Scanlan), con la que tuvo diez hijos. Una separación impulsada por su encaprichamiento de la joven actriz Ellen Ternan (Felicity Jones), conocida como Nelly. En el origen de este adulterio está la percepción del novelista de que su mujer no entiende su trabajo artístico, al contrario que la joven Nelly, fascinada por la obra y personalidad de Dickens. En esto, el filme nos recuerda a “La joven de la perla”, estupenda película sobre el pintor Vermeer. Otro referente literario y cinematográfico es “Orgullo y prejuicio”, al encontrarnos ante una madre, Frances Ternan (Kristin Scott Thomas), con tres hijas Fanny (Amanda Hale), Nelly y María (Perdita Weeks), a las que quiere acomodar en la sociedad influyente a cualquier precio. Para ello no va a hacer ascos a que su hija Nelly se convierta en la amante secreta de un hombre casado y famoso.

El guion de Abi Morgan (“Shame”, “La Dama de Hierro”) recalca el encorsetamiento de la sociedad victoriana, sugiriendo que el rechazo del divorcio es una trampa para la mujer, condenada a la infelicidad. Este discurso feminista no se presenta de forma cargante, ya que el centro de atención se pone en la experiencia de soledad e insatisfacción que padecen los personajes. Al igual que en “Grace de Mónaco”, aquí aparece la figura de un sacerdote como director espiritual, que percibe el dolor de la protagonista y trata de ayudarla.

Ciertamente, tras la historia de amor poco gratificante entre Nelly y Dickens, la actriz parece redescubrir la felicidad en el seno de un matrimonio fiel y sereno, pero lo que queda en la retina del espectador es un canto a la vida sin “las cadenas” del matrimonio, entendido como una mera convención social. El personaje de Catherine, esposa de Dickens, es muy conmovedor por la sobriedad y nobleza con la que afronta la infidelidad de su esposo.

Al margen del tema central, la película nos ilustra sobre el proceso creativo de Dickens y de su amigo Wilkie Collins (Tom Hollander), novelista que nunca estuvo casado pero siempre convivió con mujeres que le dieron hijos. En algún momento el cineasta nos lleva de rostro en rostro por los arrabales donde malviven esos niños enfermos y sin pan que poblaron algunas novelas de Dickens. También hay algún homenaje a Shakespeare, que no podía faltar en una película dirigida por Ralph Fiennes.

La estructura narrativa es la de un gran “flashback” que nos lleva desde Margate (Inglaterra) en 1883 a Manchester de los años sesenta, con determinados vaivenes temporales en medio de la trama. La película es muy correcta y algo fría, y no está muy bien contado el proceso de enamoramiento. Al final, lo que nos queda es una frase dicha por la protagonista: “Estemos con quien estemos, estamos solos”. Una visión melancólica y escéptica del ser humano y del matrimonio, en clave algo feminista y bastante pesimista. J. O. (“Alfa y Omega”).

 

El hijo del otro (Le fils de l’autre) *** (7)

FICHA TÉCNICA.- Directora: Lorraine Lévy. Intérpretes: Emmanuelle Devos, Pascal Elbé, Jules Sitruk, Mehdi Dehbi, Areen Omari, Khalifa Natour, Mahmood Shalabi, Bruno Podalydès, Marie Wisselmann, Diana Zriek. Guion: Lorraine Lévy y Nathalie Saugeon, basado en un argumento de Noam Fitoussi. Francia. 2012. Drama. 105 min. Jóvenes.

Cuando se prepara para realizar el largo servicio militar israelí, un joven de Tel Aviv, Joseph Silberg (Jules Sitruk), descubre que no es hijo biológico de sus padres. Por culpa de un bombardeo, cuando nació en un hospital de Haifa fue intercambiado accidentalmente por el hijo de una familia palestina de los territorios ocupados de Cisjordania, Yacine Al Bezaaz (Mehdi Dehbi), que ahora se dispone a estudiar Medicina en París. El mundo se derrumba alrededor de estas dos familias. El rechazo, la duda, la pérdida de identidad, los prejuicios de raza y religión se erigen como espinosa barrera en sus vidas, y todos intentarán superarla a través de la comprensión, la amistad y la reconciliación, en una atmósfera dominada por el miedo y el odio.

Con un planteamiento similar al de “De tal padre, tal hijo”, del japonés Hirokazu Kore-eda, esta película de la directora y guionista francesa Lorraine Lévy (“La première fois que j'ai eu 20 ans”, “Mes amis, mes amours”) triunfó precisamente en el Festival de Tokio 2013, donde ganó los premios a mejor película y director. Si el filme de Kore-eda enfrentaba sobre todo dos modelos de familia —una rica y cerrada en sí misma; otra pobre y abierta a los demás—, el de Lévy desarrolla más bien una fábula moral sobre el sinsentido del conflicto palestino-israelí a través de dos familias de clase media en sus respectivas comunidades, unidas entre sí y más bien moderadas. De esa manera, la cineasta subraya que el camino del diálogo y la comprensión mutua es el único posible, y que es misión de las nuevas generaciones recorrerlo con decisión y valentía, superando los prejuicios ancestrales y sabiéndose poner en el pellejo del supuesto enemigo o antagonista. En este sentido, “El hijo del otro” llega más lejos que “De tal padre, tal hijo”, pues en ella los hijos intercambiados son ya casi mayores de edad, y su aportación a la historia es más relevante. Como señala en el filme Yacine a Joseph mientras ambos se arreglan juntos delante de un espejo: “Mira, Isaac e Ismael, los dos hijos de Abraham”.

Este esperanzador mensaje lo articula Lévy a través de un guion fluido y detallista, quizás algo forzado en alguno de sus giros dramáticos, pero sólido y profundo en la definición de sus personajes y en el desarrollo de sus conflictos dramáticos y morales. Estos adquieren entidad gracias a la sobria veracidad de todas las interpretaciones, que logran dotar a los personajes de una entrañable humanidad, superadora de las deformaciones ideológicas y las visiones parciales de la realidad. Especialmente intenso es el retrato de las dos madres, magníficamente interpretadas por Emmanuelle Devos y Areen Omari, que logran apaciguar a sus maridos (Pascal Elbé y Khalifa Natour) y crear el clima necesario para que sus hijos comiencen a andar con su propio paso, bien diferente al de sus progenitores. Película importante, en fin, especialmente elogiable por su optimismo, poco habitual en los tiempos que corren. J. J. M.

 

Días de vinilo *** (6,5)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Gabriel Nesci. Intérpretes: Gastón Pauls, Fernán Mirás, Rafael Spregelburd, Ignacio Toselli, Emilia Attías, Inés Efron, Akemi Nakamura, Carolina Peleritti, Leonardo Sbaraglia, Maricel Álvarez. Argentina. 2012. Comedia. 110 min. Jóvenes.

Amigos desde la infancia, Damián (Gastón Pauls), Marcelo (Ignacio Toselli), Luciano (Fernán Mirás) y Facundo (Rafael Spregelburd) son cuatro treintañeros de Buenos Aires a los que une su pasión por la música y las mujeres. Damián es escritor y guionista. Para recuperar a su novia, la prestigiosa crítica de arte Ana (Carolina Peleritti), escribe un sofisticado guion de cine, y se lo presenta al famoso actor Leonardo Sbaraglia (Leonardo Sbaraglia), que le hace demenciales sugerencias. Además, la única copia del guion la pierde Vera (Inés Efron), una chica muy particular, que se entromete en la vida de Damián para cambiarla. Tras diez años de convivencia, Facundo está a punto de casarse con la mandona Karina (Maricel Álvarez). Pero se harta de su trabajo como publicista de un cementerio privado, y vuelve a hacer lo que más le gusta: componer canciones pop. Famoso locutor de radio, Luciano vive con la despampanante y superficial Lila (Emilia Attías), que flirtea con todos los hombres que puedan ayudarla en su carrera como cantante. Y Marcelo, obseso de The Beatles, lidera una banda de imitadores, los Hitles, en la que encarna a John Lennon con tal compromiso que entra en crisis cuando comienza a vivir en su casa Yenny (Akemi Nakamura), una peruana de origen japonés y cuyas iniciales son Y.O., como Yoko Ono, principal culpable, según él, de la separación de la mítica banda de Liverpool.

Premio Especial del Jurado en el Festival de Málaga 2012, “Días de vinilo” es el primer largometraje del argentino Gabriel Nesci, creador de la popular serie televisiva “Todos contra Juan”. Se trata de un incisiva, divertida y nostálgica disección del Síndrome de Peter Pan, que atenaza a tantos treinteañeros/as, cuarentones/as, cincuentones/as…, incapaces de madurar si no es a base de golpes. Nesci se muestra como un notable guionista —muy sólido al entrelazar con hondura y fluidez los diversos conflictos de los numerosos personajes— y como un excelente director de actores, que arranca unas interpretaciones memorables al excelente reparto, sobre todo a Gastón Pauls y al incidental Leonardo Sbaraglia, que realiza una autoparodia antológica. Menos personalidad muestra Nesci en su puesta en escena, fluida, pero a veces un tanto televisiva y plana.

Aunque juega alguna carta más frívola, tosca o tópica, Nesci mantiene un tono bastante elegante y una certera perspectiva ética, nítida en sus críticas a los defectos de unos y otras, y en sus sarcásticas ironías sobre la vacía pomposidad del submundillo cultural postmoderno, pero tan medida que logra que todos los personajes —hasta los más impresentables— mantengan sus perfiles más entrañables. Queda así una fresca comedia ligera, hilarante, grata de ver y con una excelente banda sonora, cercana en sus planteamientos a “Alta fidelidad” (2000), de Stephen Frears, que consolida el alto nivel del género en Argentina y obliga a reflexionar sobre la conveniencia de madurar cuanto antes. J. J. M.

 

Blockbuster *** (6)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Tirso Calero. Intérpretes: Manuel Zarzo, Adam Jezierski, Jesús Guzmán, Luis Varela, María José Alfonso, Fernando Esteso, Mirta Miller, Albert Forner, Santiago Romay, Beatriz Serén, Xúlio Abonjo, Ferran Gadea, Luis Zahera. España. 2013. Drama. 104 min. Jóvenes.

Paco Menéndez (Manuel Zarzo) es un octogenario actor español que contempla impotente el fin de sus días de gloria. Fue un gran intérprete de cine, televisión y teatro —actuó en 106 películas—, pero ya apenas trabaja. Su sufrido representante Jumilla (Luis Varela) sólo le ofrece humillantes trabajos publicitarios y televisivos, así como homenajes en festivales y eventos de ínfima categoría. En medio del declive, Paco consigue recuperar la ilusión por actuar gracias a su inesperada amistad con Miguel (Adam Jezierski), un joven aspirante a director de cine, dependiente en un videoclub, que intenta rodar un cutre cortometraje de ciencia-ficción con sus amigos Fú (Xúlio Abonjo) y Palomo (Ferran Gadea), a cuál más friki. Paco también implicará en el corto a otros compañeros suyos, como Fermín (Jesús Guzmán) —que malvive en una residencia de ancianos—, la todavía activa María Luisa (María José Alfonso) o la ahora profesora de baile Perla (Mirta Miller).

Seguramente, ciertos críticos machacarán esta modesta película en blanco y negro, que inicialmente iba a protagonizar Sancho Gracia, fallecido el 8 de agosto de 2012. Les horrorizará el tono casposo de alguna de sus situaciones, la sobreactuación de alguno de sus actores, la cutre resolución visual de varias de sus escenas… Y, sin embargo, desde su paradójico título —que hace referencia a las superproducciones hollywoodienses que rompen taquillas en todo el mundo—, a mí me ha caído genial este segundo largometraje del alcoyano Tirso Calero, con una amplia experiencia televisiva —“Amar en tiempos revueltos”, “Bandolera”, “Gran Reserva. El origen”— y que debutó en el cine en 2011 con la infumable comedia de terror “Carne cruda”. En mi opinión, Calero asume esos defectos evidentes para subrayar el tono amateur del cortometraje que va a rodar el entusiasta protagonista, y también para que brillen con más vigor los pasajes dramáticos de la película, todos ellos muy bien rodados y algunos encuadrables entre los mejores momentos del cine español de las últimas décadas. Concretamente, las tres patéticas apariciones de Fernando Esteso —manifestando a su representante su deseo de volver a hacer cine—, el melodramático último encuentro entre Paco y María Luisa —impresionante María José Alfonso— y los tristes monólogos finales de Jesús Guzmán son sencillamente antológicos.

Esas secuencias ponen de manifiesto la pretensión principal de Tirso Calero: homenajear a los actores y actrices más veteranos del cine español —muchos de ellos, injustamente olvidados— y, por extensión, a todos los cómicos, que viven con pasión su fascinante trabajo. En este sentido, resultan muy emotivos los comentarios de Zarzo, Guzmán y Alfonso a las fotos reales de ellos mismos con grandes estrellas del cine español y mundial. De modo que parece claro que Calero ha seguido con Manolo Zarzo en “Blockbuster” los pasos que el estadounidense Ed Wood siguió con Bela Lugosi en “La novia del monstruo” (1955) y, sobre todo, en “Plan 9 del espacio exterior” (1959). Y, desde luego, Calero no le quitará a Wood su mítica condición de peor director de todos los tiempos. Es más, pienso que hay que seguir sus pasos, pues puede seguir dando sorpresas agradables en sus siguientes trabajos. J. J. M.

 

Pancho, el perro millonario *** (6)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Tom Fernández. Intérpretes: Ivan Massagué, Patricia Conde, Secun de la Rosa, Álex O’Dogherty, Armando del Río, César Sarachu, Marta Hazas, Manuel Baqueiro, Eloy Azorín, María Castro, David Fernández, Chiqui Fernández, Denisse Peña. España. 2014. Comedia. 90 min. Todos.

Desde que le tocó un gran premio de la Primitiva, el inteligente perro Pancho vive a cuerpo de rey en una impresionante mansión de las afueras de Madrid, donde disfruta de todo tipo de comodidades, juguetes, comida, chucherías… Le administra su inmensa fortuna su secretario personal, Alberto (Ivan Massagué), que intenta, sin demasiado éxito, que Pancho abandone su vida de derroches y caprichos, y se convierta en un perro responsable y solidario. La vida de ambos da un giro radical cuando rechazan la oferta del mafioso Montalbán (Armando del Río), un multimillonario sin escrúpulos al que asesora la bella Patricia (Patricia Conde), una abogada que fue compañera de Alberto en la universidad. Montalbán secuestra a Alberto, y Pancho se refugia primero en los bajos fondos de Madrid y después en un singular cuartel de adiestramiento de perros para la adopción. Pero le persiguen de cerca Marcos (Álex O’Dogherty) y Tenazas (Secun de la Rosa), los torpes matones de Montalbán.

Cae simpática esta disparatada comedia familiar del gijonés Tom Fernández (“La Torre de Suso”, “¿Para qué sirve un oso?”) sobre Pancho, el perro Jack Russell terrier que protagonizó hace unos años una divertida campaña publicitaria de la Primitiva, sintetizada en los créditos iniciales del filme, resueltos con una sencilla pero imaginativa animación 2D. Deudora del estilo gamberro de las sagas “Solo en casa”, “Beethoven”, “Air Bud”, y de otras producciones similares, “Pancho, el perro millonario” padece una puesta en escena y unas interpretaciones a ratos demasiado televisivas por esquemáticas y un poco toscas. Aunque, a decir verdad, tienen bastante gracia las gansadas del vizcaíno César Sarachu —el Bernardo Marín de la hilarante serie de Telecinco “Camera Café”— y de la popular actriz y presentadora vallisoletana Patricia Conde, que se muestra tan sólida en esta su primera gran experiencia fílmica como en su reciente incursión en el doblaje de personajes animados, concretamente poniendo la voz a Lucy Wilde, la protagonista de “Gru, mi villano favorito 2”.

En cualquier caso, la película consigue su objetivo de entretener a la chavalería y a sus padres gracias a un guion muy fresco —que combina ágilmente humor, intriga, aventuras y romance—, a una generosa producción y a unos divertidos efectos visuales. Además, nunca pierde el tono familiar en su juego de dobles lecturas para adultos, y ofrece reflexiones positivas sobre la prevalencia del amor, la amistad y la solidaridad sobre la acumulación de riquezas o el hedonismo egoísta. Esperemos que tenga éxito, y que consolide el cine familiar español, últimamente en auge gracias a películas de acción real como “Zipi y Zape y el Club de la Canica”, y a producciones animadas como “El Cid”, “Planet 51”, “El lince perdido”, “Las aventuras de Tadeo Jones”, “Justin y la Espada del Valor” o “Futbolín”. J. J. M.

 

La pantalla herida **** (7,5)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Luis María Ferrández. Intervienen: José Luis Acosta, Belén Bernuy, Marisa Castelo, Fernando Cayo, Raúl Cerezo, Jesús Ciordia, Eduardo Chapero Jackson, Agustín Díaz Yanes, Karra Elejalde, Javier Elorrieta, Valentín Fernández-Tubau, Gustavo Ferrada, Gil Parrondo, Susana de la Sierra, Lourdes Orduña, Enrique González Macho, Ángeles González Sinde, Fernando Guillén Cuervo, Sandra Hermida, Antonio Hernández, Carlos Jiménez, Julia Juaniz, Juan Ramón L. Fabra, Enrique López Lavigne, Joaquín Manchado, Luis Manso, Fele Martínez, Raquel Marín, Víctor Matellano, Luis Miñarro, José Nieto, Rubén Ochandiano, Félix Piñuela, Pedro Pérez, Paco Ramos, Pilar Robla, Diego Rodríguez, Miguel Santesmases, Hugo Silva, Gerardo Sánchez, Imanol Uribe, Manuel Velasco, Luis Zahera, Nacho Vigalondo. España. 2014. Documental. 86 min. Jóvenes.

“Por primera vez se consigue reunir en diferentes coloquios a las figuras más relevantes e influyentes del cine español. Productores, directores, actores, distribuidores y exhibidores, además de representantes de entidades y administraciones nacionales como el Ministerio de Cultura, SGAE, FAPAE, Academia de Cine, etc…, se ponen frente a las cámaras para discutir y analizar la profunda crisis que vive el cine en la actualidad y cuáles son las tendencias por las que podrá o deberá desarrollarse el nuevo modelo profesional e industrial del audiovisual en España. “La pantalla herida” es una mirada directa, incisiva y crucial a la crisis actual en el modelo de financiación, producción, distribución y exhibición del cine español, sin censura alguna”.

Así presentan sus productoras este valioso documental, escrito y dirigido por el madrileño Luís María Ferrández, Doctor en Cinematografía por la Universidad Complutense, profesor de diversas asignaturas en la Universidad Francisco de Vitoria, asesor y analista de guiones, segundo ayudante de José Luis Garci en “Holmes & Watson. Madrid Days”, y director y productor de ocho cortometrajes profesionales. Ciertamente, su trabajo es abigarrado, riguroso, honesto, y ofrece una visión muy completa de la realidad del cine español, más allá de propagandas y parcialidades. Así, a través de las declaraciones entrecruzadas de 43 profesionales destacados del sector —muy bien acompañadas por la sugerente banda sonora de José Sánchez-Sanz y hábilmente oxigenadas con fragmentos de grandes películas españolas y extranjeras—, Ferrández afronta la crisis de la exhibición en salas, la reducción de las subvenciones por parte del Gobierno, la quiebra de confianza del público español en su cine, la tragedia de la piratería, la excesiva politización partidista de muchas películas y de destacados representantes del cine español, las corruptelas al cobrar las subvenciones, el excesivo papel impulsor de las televisiones… Es decir, unas cuantas cuestiones peliagudas, algunas de ellas ninguneadas a menudo por los medios de comunicación.

Por su valentía, claridad, sinceridad y hondura, destacan las jugosas declaraciones de Susana de la Sierra, actual Directora General del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), que cuestiona el actual sistema de asignación de subvenciones —sobre todo los comités que las deciden— y deja entrever su imposibilidad de modificarlo sin que se le eche encima gran parte del cine español. En este sentido, también se intuye que no está tan lejos de la realidad la frase de Federico Fellini incluida en el impactante cartel de la película, con un amenazante cuchillo sobre una butaca de cine: “El negocio del cine es macabro, grotesco, una mezcla de partido de fútbol y un burdel”. De todas formas, el tono final es más bien optimista, pues acaba subrayando las animantes declaraciones de los profesionales más jóvenes —como Eduardo Chapero-Jackson— y de los más veteranos —como el ya nonagenario director artístico Gil Parrondo, ganador de dos Oscar y cuatro Premios Goya, que rememora su carrera a lo largo del filme—, muy alejadas de las derrotistas, quejosas, reivindicativas e ideológicas palabras de otros muchos, incluido el productor Enrique González Macho, reelegido hace poco Presidente de la Academia del Cine.

Sólo se echa en falta la voz del público y de la crítica especializada, que podría haber diseccionado más a fondo el concreto producto que ofrece el cine español, y haber incidido con mayor intensidad en la necesidad de mejorar los guiones, ampliar los géneros, suavizar los tonos zafios y rebajar los enfoques partidistas y ofensivos. En todo caso, es una producción necesaria y sanamente polémica, que habría que repetir cada cierto tiempo para analizar fenómenos como el tsunami taquillero de “Ocho apellidos vascos”, significativo de la sinrazón o fragilidad de algunas de las argumentaciones seleccionadas en “La pantalla herida”. J. J. M.

 

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