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Críticas de los estrenos de cine del 21 de febrero

Análisis de los estrenos de cine de esta semana: Jerónimo José Martín y Juan Orellana comentan “Monuments Men”, “Her”, “El medallón perdido: Las aventuras de Billy Stone”, “Xingú: La misión al Amazonas”, “Al nacer el día”, “La mujer del chatarrero” y “The Juan Bushwick Diaries”.

Monuments Men

Monuments Men

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Tiempo de lectura: 12'Actualizado 27 may 2017

Monuments Men (The Monuments Men) *** (7)

FICHA TÉCNICA.- Director: George Clooney. Intérpretes: George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin, Bob Balaban, Hugh Bonneville, Cate Blanchett. Guion: George Clooney y Grant Heslov, basado en el libro “The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and the Greatest Treasure Hunt in History”, de Robert M. Edsel. EE.UU. 2014. Tragicomedia bélica. 118 min. Jóvenes.

En la cúpula del Tercer Reich se daban dos actitudes diferentes hacia la cultura y el arte. Por un lado, el delirio utópico de Hitler, que imaginaba un futuro a su medida, en el que Berlín fuera la capital del imperio germánico. Un Berlín nuevo, grandioso, diseñado por el arquitecto Albert Speer, destinado a durar milenios, comparable a la magnificencia del antiguo Egipto y haciendo pequeña la grandiosidad de la Roma imperial. Ninguna ciudad europea podría hacer sombra a la nueva Berlín, y por ello Hitler pensó en un momento determinado destruir París. Goebbels y Speer, con formación humanística, participaban, con matices, de esta actitud. Por el contrario, personajes como Göring sólo querían aprovecharse de Reich para forrarse, vivir en palacios y tener en el salón de casa las obras de arte más caras y preciadas de la humanidad. Ambas actitudes convergieron en el deseo del Reich de expropiar todo el arte de los territorios conquistados y llevárselo a Alemania. Si añadimos el robo perpetrado a tantas colecciones privadas de judíos dentro y fuera de Alemania, el resultado fueron miles de piezas de arte sustraídas y escondidas a la espera de un futuro victorioso.

Aquí es cuando entran en acción los “Monuments Men”, un pequeño comando de expertos en arte estadounidenses, británicos y franceses, convertidos a la fuerza en militares y capitaneados por Frank Stoker (George Clooney). En 1943, reciben la misión de recuperar las obras robadas para devolverlas a su lugar de origen o a sus legítimos propietarios. Esta película, dirigida por el propio Clooney (“Confesiones de una mente peligrosa”, “Buenas noches, y buena suerte”, “Ella es el partido”, “Los idus de marzo”), se basa en la historia real relatada en el libro “The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and the Treatest Treasure Hunt in History”, de Robert M. Edsel. Lo primero que llama la atención es el inmejorable reparto, en el que —además de Clooney— encontramos a Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin, Bob Balaban, Hugh Bonneville y Cate Blanchett. Estos excelentes actores sostienen con fuerza una película que, por su naturaleza coral, corre el riesgo de la dispersión dramática.

El tono de “Monuments Men” es absolutamente clásico, en su estructura, en el desarrollo de las tramas, en el uso de la banda sonora de Alexandre Desplat —a menudo irónico— y en el perfil de los personajes. Ese clasicismo elegante está atravesado de un sutil e inteligente sentido del humor, que hace que el resultado sea mucho más oxigenado y fresco de lo que solemos ver en cintas sobre la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no estamos ante una película frívola o superficial. Al contrario, Clooney propone una profunda reflexión sobre el sentido de la tradición, en su manifestación artística y cultural. Hay un momento en el que uno de estos oficiales americanos que está ayudando a unos sacerdotes a salvar una obra de arte sobre la Virgen, es preguntado por uno de los clérigos: “¿Es usted católico?” A lo que responde: “En este momento sí”. Esto es muy interesante porque demuestra el valor identitario de la propia tradición. Ese hombre está dispuesto a dar su vida por una obra de arte que expresa la fe católica, precisamente porque esa obra explica su modo de vida y su forma de entender el mundo, aunque él no profese dicha fe religiosa. Esta cuestión de si es razonable o no dar la vida por una obra artística, por ejemplo, de Miguel Ángel, se plantea explícitamente en la película varias veces, y la respuesta que dan los personajes siempre es positiva. Salvando el patrimonio artístico, salvaguardamos el sentido de lo que somos, el significado del hombre y de la Historia. En realidad, el filme tiene algo de homenaje a la iconografía cristiana, dos de cuyas mejores representaciones, la escultura de “La Madonna de Brujas”, de Miguel Ángel, y el Políptico de Gante sobre “La Adoración del Cordero Místico”, realizado por los hermanos Hubert y Jan van Eyck, tienen un papel fundamental en la película.

El aspecto más cómico del filme viene dado por el contraste de unos hombres de cultura convertidos en soldados y sometidos a riesgos bélicos reales. Pero también es el aspecto más dramático, ya que más de uno tuvo que dar su vida por la causa. En conclusión, una interesante y amena película, que ofrece niveles de lectura diversos, y que propone una crítica novedosa y original al nazismo, distinta al Holocausto, la que nace de su concepción del arte y de la tradición occidental. J. O. (“Alfa y Omega”).



Her *** (7)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Spike Jonze. Intérpretes: Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson (sólo voz), Amy Adams, Olivia Wilde, Rooney Mara. EE.UU. 2013. Melodrama de ciencia-ficción. 126 min. Adultos.

Al final de su adolescencia, el estadounidense de origen judío y alemán Adam Spiegel adoptó el nombre artístico de Spike Jonze, y al cabo de unos años se hizo famoso con sus vanguardistas cortos, documentales y videoclips musicales. En 1999 debutó brillantemente en el cine con “Cómo ser John Malkovich”, a la que siguieron otras dos películas muy imaginativas: “Adaptation (El ladrón de orquídeas)” y “Donde viven los monstruos”. Ahora opta a cinco Oscar —mejor película, guion original, diseño de producción (K.K. Barrett y Gene Serdena), música original (Will Butler y Owen Pallett) y canción original (“The Moon Song”, de Karen O y Spike Jonze)— con el melodrama de ciencia-ficción Her, que ya ha ganado diversos premios de la crítica y el Globo de Oro al mejor guion.

Su acción se desarrolla en un futuro cercano, y sigue los pasos de Theodore Twonbly (Joaquin Phoenix), un solitario redactor de supuestas cartas a mano, generadas por ordenador y pensadas para que el cliente las envíe a sus seres queridos. Muy afectado por el proceso de divorcio de su esposa Catherine (Rooney Mara), Theodore sólo mantiene una cierta amistad con Amy (Amy Adams), una diseñadora de videojuegos, que intenta relacionarle en una cita a ciegas con una amiga (Olivia Wilde). Un día, Theodore se compra un nuevo y sofisticado sistema operativo, basado en el modelo de Inteligencia Artificial y diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Poco a poco, casi sin darse cuenta, se va enamorando de Samantha (Scarlett Johansson), la voz femenina que ha asignado al sistema. Ésta, a su vez, le corresponde, al tiempo que va tomando conciencia de sus limitaciones, sobre todo la de no tener cuerpo.

Con ecos evidentes de otras distopías fílmicas —“2001, una odisea del espacio”, “Blade Runner”, “Gattaca”, “Simone”…—, “Her” atrapa desde el primer minuto por su original planteamiento, siempre al filo de lo grotesco, que desarrolla con vigor una lúcida metáfora sobre las crecientes perplejidad afectiva, soledad e incomunicación en las hipertecnificadas, hipersexualizadas y secularizadas sociedades desarrolladas. Un enfoque paradójico que subraya el patético individualismo radical de tantas y tantos, que han perdido el sentido de la realidad y se refugian en un no tan idílico paraíso virtual, donde pretenden evadirse de sus problemas, mitigar sus insatisfacciones vitales, curar sus heridas más profundas y satisfacer hasta sus instintos sexuales, , Unos instintos, por cierto, reflejados en la película con una morbosidad excesiva y sin referencia alguna a la paternidad ni a la maternidad, aunque con un acertado subrayado del comprensible ansia de corporeidad de la cibernética Samantha.

Todas estos interesantes enfoques dotan de una gran entidad dramática a las excelentes interpretaciones de todo el reparto, sobre todo a las de Joaquin Phoenix —perfecto para este papel de tipo lacónico y perdido—, Scarlett Johansson —que cautiva en todo momento con su voz ronca pero cálida— y Amy Adams, cuyo entrañable personaje es quizás el más cercano al gran público. Además, esa solidez dramática llena de sustancialidad la detallista puesta en escena de Spike Jonze, que saca partido a cada elemento de la sensacional ambientación futurista —llamativamente abigarrada y verosímil— y a cada fragmento de la sugerente banda sonora de Will Butler y Owen Pallett, componentes de Arcade Fire, la famosa banda canadiense de rock indie. La sutil fotografía de Hoyte Van Hoytema y unos cuantos golpes de humor divertidos —como los protagonizados por un digital y malhablado niño extraterrestre, al que pone voz el propio director— redondean esta singular película, no apta para todos los paladares, pero que consolida a Spike Jonze como una de las voces más sugestivas del Hollywood actual. J. J. M.



El medallón perdido: Las aventuras de Billy Stone (The Lost Medallion: The Adventures of Billy Stone) *** (6)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Bill Muir. Intérpretes: Billy Unger, Sammi Hanratty, James Hong, Jansen Panettiere, Alex Kendrick, Mark Dacascos, William Corkery, Lisa LoCicero, Hal Rudnick, Sidney S. Liufau, Tiya Sircar, Jennifer Rhodes, Ken Streutker, Tanapol Chuksrida, Schnitrnunt Busarakamwong, Sahajak Boonthanakit. Tailandia-EE.UU. 2013. Aventuras. 97 min. Todos.

Daniel Anderson (Alex Kendrick) visita un orfanato, y los niños le piden que les cuente un cuento. Entonces, él les relata la aventura de Billy Stone (Billy Unger) y Allie (Sammi Hanratty), dos amigos de 13 años, arqueólogos aficionados, que encuentran un medallón extraviado durante cientos de años. Nada más tocarlo, Billy y Allie son transportados al pasado de una isla remota y llena de peligros, tiranizada por el malvado guerrero Cobra (Mark Dacascos). Les ayudarán en su odisea el arrogante heredero al trono Huko (Jansen Panettiere), su gordo amigo Anui (William Corkery) y el sabio anciano Faleaka (James Hong).

El escritor estadounidense Bill Muir debuta como director de cine con esta adaptación de su propia novela juvenil, que desarrolla una entretenida aventura exótica, muy al estilo de la saga “Indiana Jones”. La película padece una cierta carencia de medios y unas interpretaciones de calidades diversas. Pero está narrada y dialogada con agilidad, muestra bellísimos paisajes tailandeses e incluye varias secuencias de acción espectaculares, algunas de ellas a cargo de Mark Dacascos, el famoso experto en artes marciales hawaiano.

Además, “El medallón perdido: Las aventuras de Billy Stone” ofrece emotivas y valiosas reflexiones sobre la educación de chavales abandonados y con problemas, la importancia del trabajo en equipo, el peligro de la codicia y el afán de poder, y el valor de la fe en Dios. Todo ello, desde una perspectiva nítidamente cristiana, a veces quizás demasiado explícita y discursiva, pero siempre edificante y oxigenada con eficaces golpes de humor. No en vano el narrador de la historia, Daniel, lo interpreta el famoso pastor baptista Alex Kendrick, director y guionista de películas tan significadas por su mensaje evangélico como “Flywheel”, “Gigantes hacia la victoria”, “Prueba de fuego” o “La fuerza del honor”, esta última también protagonizada por él. J. J. M.



Xingú: La misión al amazonas (Xingu) *** (6)

FICHA TÉCNICA.- Director: Cao Hamburger. Intérpretes: João Miguel, Felipe Camargo, Caio Blat, Maiarim Kaiabi, Awakari Tumã Kaiabi, Adana Kambeba, Tapaié Waurá, Totomai Yawalapiti. Guion: Elena Soarez, Cao Hamburger y Anna Muylaert. Brasil. 2012. Aventuras. 102 min. Jóvenes.

Pertenecientes a una familia burguesa de Santa Cruz do Rio Pardo (Estado de São Paulo), los hermanos Orlando (Felipe Camargo), Cláudio (João Miguel) y Leonardo Villas-Bôas (Caio Blat) se alistaron en 1943 en el ejército brasileño para explorar el interior de la Amazonia. Su afán de aventuras transformó radicalmente sus vidas en la llamada Expedición Roncador-Xingu o Marcha hacia el Oeste, durante la que establecieron contacto con 18 tribus indígenas prácticamente desconocidas por el hombre blanco, que ya preparaba la transformación de sus selvas en tierras de cultivo. Fascinados con los indios que encontraron, Orlando y Cláudio decidieron protegerlos de las enfermedades y preservar sus culturas ancestrales. Para ello, presionaron al Gobierno Central con el objetivo de que creara una gran reserva indígena en la Amazonia. Sus denodados esfuerzos culminaron en 1961 con la creación del Parque Nacional Xingu, de 25.000 kilómetros cuadrados —casi el tamaño de Bélgica—, situado en el Estado de Mato Grosso. Y a ese territorio relativamente seguro trasladaron a varios grupos indígenas del centro de Brasil. Por su labor, Cláudio y Orlando Villas-Bôas fueron nominados en dos ocasiones al Premio Nobel de la Paz.

El cineasta brasileño Cao Hamburger (“Castelo Rá-Tim-Bum, O Filme”, “El año en que mis padres se fueron de vacaciones”) recrea estos hechos reales con una generosa ambientación —entre los productores figura el prestigioso cineasta Fernando Meirelles— y una fluida puesta en escena naturalista, en la que brillan los apabullantes y poco conocidos paisajes amazónicos, magníficamente fotografiados por Adriano Goldman. Además, el punto de vista de Hamburger es bastante ponderado y, aunque muestra alguna masacre de indígenas, no carga la mano contra el ejército o el gobierno brasileño, ni contra el hombre blanco en general. También se agradece su cierta sobriedad al mostrar la desnudez de los indios y al afrontar un par de escenas sexuales.

Ciertamente, la factura de la película es algo academicista, las interpretaciones son irregulares y el guion de Elena Soarez, Cao Hamburger y Anna Muylaert resulta demasiado episódico y algo carente de emoción, quizás por ese esfuerzo para no caer en la demagogia o la parcialidad, que a veces desdramatiza demasiado algunas situaciones o idealiza en exceso a los indios. De todas formas, el propio interés de la trama y las virtudes formales antes señaladas sostienen suficientemente la película, que además se ve reforzada por los peliagudos dilemas morales que deben afrontar los hermanos Villas-Bôas, expuestos con nitidez y veracidad. Queda así una película estimable en muchos sentidos, que no cae en el ecologismo o el indigenismo radical de otros filmes nostálgicos de tantos paraísos perdidos, y que deja constancia de un hecho histórico que merece ser recordado. J. J. M.



Al nacer el día (Kad svane dan) *** (6,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Goran Paskaljevic. Intérpretes: Mustafa Nadarevic, Predrag Ejdus, Nebojsa Glogovac, Meto Jovanovski, Zafir Hadzimanov, Nada Sargin. Guion: Goran Paskaljevic y Filip David. Serbia-Croacia-Francia. 2012. Drama. 90 min. Jóvenes.

Nacido en Belgrado (Serbia), en 1947, Goran Paskaljevic se ha convertido en uno de los más premiados cineastas europeos con sus 30 documentales y 15 largometrajes de ficción, algunos de la talla de “La otra América” (1995), “El polvorín” (1998), “Sueño de una noche de invierno” (2004), “Optimistas” (2006) o “Honeymoons” (2009). Ahora, en “Al nacer el día”, rinde homenaje a las víctimas del racismo nazi con motivo del 70 aniversario —en 2012— de la construcción del campo de concentración de Selim, “el origen, en Serbia, del plan a gran escala de la destrucción de los judíos europeos”, como lo define el propio director.

El protagonista es Misha Brankov (Mustafa Nadarevic), un bondadoso profesor de música que se acaba de jubilar. Una mañana recibe una misiva para que se ponga en contacto con el Museo Judío de Belgrado. Allí le entregan una oxidada caja de hierro, con una carta a su nombre, que han encontrado durante las excavaciones del alcantarillado del antiguo recinto ferial de la ciudad, en el lugar exacto donde se edificó, durante la Segunda Guerra Mundial, el campo de concentración de Selim para judíos y gitanos serbios. Los contenidos de la caja cambiarán drásticamente la vida del profesor.

“Los crímenes se repiten, los criminales siguen impunes y la indiferencia del mundo continúa...”. Esta lacónica declaración del protagonista sintetiza muy bien el tono pesimista de la película, habitual en el director, como también lo es su interés por temas como la guerra, la inmigración, la xenofobia, los conflictos familiares... Su conclusión es desoladora: los mismos excluidos que eran gaseados en los años 40, fueron enviados a la guerra de Bosnia en los años 90 y ahora siguen malviviendo como pueden. Casi nada ha cambiado.

Paskaljevic traduce en imágenes todo esto a través de una sólida puesta en escena hiperrealista, rota de vez en cuando con las angustiosas pesadillas de Misha, en las que imagina la terrible existencia en el campo de concentración de Selim. El conjunto logra conmover gracias a esta solidez formal, al notable trabajo de todos los actores —especialmente del veterano Mustafa Nadarevic— y al inteligente subrayado de la doliente banda sonora de Vlatko Stefanovski, completada con varias canciones judías y gitanas.

Sin embargo, la película aporta poco a la filmografía sobre el tema, pues su tono fatalista —a veces, algo forzado por el guion de Paskaljevic y Filip David— la cierra a temas como la reconciliación o el perdón. Además, su tono lánguido y parsimonioso la hace bastante ardua de ver, sobre todo para el gran público. Por tanto, no cabe encuadrar “Al nacer el día” entre los mejores filmes de Paskaljevic, aunque, desde luego, sus muchas virtudes lo sitúan muy por encima de la media. J. J. M.



La mujer del chatarrero (Epizoda u zivotu beraca zelbeja) *** (7)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Danis Tanovic. Intérpretes: Senada Alimanovic, Nazif Mujic, Sandra Mujic, Semsa Mujic. Bosnia Herzegovina-Francia-Eslovenia-Italia. 2013. Drama. 74 min. Jóvenes.

Tras ganar en 2002 el Oscar y el Globo de Oro a la mejor película en habla no inglesa con la farsa antibelicista “En tierra de nadie”, el bosnio Danis Tanovic mantuvo un cierto nivel en “El infierno” (2005), pero lo bajó notablemente en “Triage” (2009). Un año después, volvió a subir enteros con “Cirkus Columbia”, y ahora se mantiene estable en “La mujer del chatarrero”, galardonada en la Berlinale 2013 con el Gran Premio del Jurado, el Oso de Plata al mejor actor (Nazif Mujic) y el Premio Ecuménico. Se trata de un singular ejercicio de “cinéma verité”, a medio camino entre el documental y la ficción, pues recrea unos dramáticos hechos reales, interpretados en el filme por la misma familia de gitanos serbios que los sufrió.

Nazif (Nazif Mujic) es un chatarrero gitano de origen serbio que luchó en la guerra de Bosnia de 1992-1995. Ahora vive muy pobremente en la región de Tuzla, al norte de Bosnia, con su mujer Senada (Senada Alimanovic) y sus dos hijas Sandra (Sandra Mujic) y Semsa (Semsa Mujic). Un día, Senada —que está embarazada— sufre de fuertes dolores abdominales, y debe ser hospitalizada de urgencia. Pero carece de cobertura sanitaria, de modo que la pareja debe pagar por la operación una fortuna, de la que carecen. Durante diez días, Nazif tratará desesperadamente de encontrar más chatarra para vender, y removerá cielo y tierra para salvar la vida de Senada.

Rodada en nueve días, y extremadamente sencilla y lineal, “La mujer del chatarrero” recuerda a esas minimalistas películas iraníes que exprimen todo el dramatismo de una situación cotidiana aparentemente banal. Y, como ellas, asienta su impactante veracidad y su desbordante capacidad emocional en un riguroso neorrealismo formal —siempre, cámara en mano, y sin música de apoyo— y en una férrea dirección de actores, más meritoria en este caso por la condición de no actores de los protagonistas. El caso es que Tanovic, a pesar de la árida desnudez narrativa y visual de su película, logra implicar y conmover al espectador al arremeter contra la deshumanizada burocracia postmarxista y ultraliberal, y al exaltar la inagotable capacidad de lucha de estas personas marginadas, su alto sentido de los vínculos familiares, su sincera religiosidad musulmana… En definitiva, su cautivadora dignidad, que nunca podrá ser desguazada o desechada como la chatarra de la que viven. J. J. M.



The Juan Bushwick Diaries ** (4)

FICHA TÉCNICA.- Dirección, guión y fotografía: David Gutiérrez Camps. Intérpretes: Barry Paulson, Andrea Carballo, Pol Ponsarnau, Cristina Núñez, Marta Bassols. España. 2013. Falso documental. 78 min. Adultos.

Juan Bushwick (Barry Paulson) es un cineasta de Nueva York que, después de unos años viviendo en Barcelona, se siente hundido en el aburrimiento. Por eso comienza a filmar su vida con una cámara de mano, esperando encontrar ciertas propiedades redentoras en el lenguaje cinematográfico. Además de su prosaico día a día, Bushwick deja constancia de su amistad con el director de videoclips Pol (Pol Ponsarnau), de su fallida experiencia con la fotógrafa y psicóloga Cristina Núñez, de sus fugaces encuentros sexuales con Marta (Marta Bassols) y de su accidentado romance con la actriz argentina Andrea (Andrea Carballo). Pronto comprenderá que hacer una película personal no es suficiente para tener una trama en la vida.

Autor hasta ahora de diversos comerciales, videoclips y documentales, el joven realizador catalán David Gutiérrez Camps debuta en el largometraje con este falso documental, decididamente experimental y rodado con apenas 500 euros. Más allá de sus obvias reflexiones sobre la íntima conexión de las películas con la propia vida de sus directores y con las realidades que les rodean, “The Juan Bushwick Diaries” sólo resulta hipnótica e interesante en cuatro o cinco secuencias. El resto es un caótico batiburrillo, supuestamente impresionista, con algunas imágenes sugestivas y otras muchas insustanciales o sólo vagamente simbólicas. Supongo que Gutiérrez Camps pretendía esbozar al menos una radiografía del desconcierto vital de tantas personas en las individualistas sociedades occidentales. Pero se queda corto, pues su perspectiva resulta muy epidérmica y carece de una clara perspectiva ética. J. J. M.


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