El pesado fardo que el Partido Socialista lleva a sus espaldas hace que cada vez que uno de sus dirigentes sale a dar recetas mágicas para superar la crisis actual, nos acordemos inevitablemente de la imagen del pirómano y el fuego en el bosque. Es muy difícil que quienes han sido determinantes en el origen del incendio, sean reconocidos ahora como las personas idóneas para sofocarlo. Por eso, cuando Alfredo Pérez Rubalcaba, destacado miembro del Gobierno Zapatero que dejó a España en números rojos, se atreve a hacer propuestas como las que ha hecho este domingo, pidiéndole al Gobierno del PP la creación de un fondo de 1000 millones de euros para frenar la pobreza, es inevitable que vuelvan a nuestra memoria aquellos días de alegre despilfarro, cargados de ocurrencias propagandísticas como los Planes E. Rubalcaba ha aprovechado, además, para pedir una subvención de 200 millones de euros para las ONG’s, el mismo fin de semana que las Juventudes de su partido han mentido con descaro sobre la financiación de la Iglesia. Sin verdad es muy difícil afrontar la raíz de la crisis. La pobreza no es un eslogan de quita y pon, con el que hacer política menor. Para una lucha eficaz contra la pobreza primero hay que analizar las causas y después afrontar con determinación sus efectos. Si el PSOE cree que, ahora y a diferencia de cuando gobernaba, tiene la solución para erradicar la pobreza, puede empezar por reconocer y valorar a quienes con palabras y con obras llevan mucho tiempo estando de verdad junto a los que más lo necesitan; los mismos que seguirán estando ahí cuando pase la crisis económica y hablar de pobres y de pobreza ya no esté de moda.