La entrevista que el Ministro de Exteriores del Gobierno, José Manuel García  Margallo, ha concedido al periódico El País evidencia la finura con la que se tejen las relaciones internacionales en cuestiones tan graves como la guerra en Siria, el avance del Estado Islámico o la cuestión iraní. España tiene desde ayer, gracias a su asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, una posición privilegiada en estos asuntos. Es verdad que frenar la barbarie del Estado Islámico se ha convertido en una prioridad, pero no es menos cierto que ese objetivo pasa por desenredar una madeja en la que todos sus protagonistas, desde Siria a Irán, pasando por Israel y los Emiratos Árabes o Arabia Saudí, sin olvidar a Rusia, Estados Unidos y la propia Unión Europea, juegan un papel clave. Hace falta firmeza en la lucha contra el yihadismo, pero sobre todo hacen falta acuerdos con el mundo árabe, y dentro del mundo árabe. La solución del conflicto palestino-israelí es impostergable, como lo es la cuestión nuclear iraní y el fin de la guerra en Siria. La tarea es ardua pero, como sugiere el Ministro, hay voluntad de avance. 2015 ofrece oportunidades para la paz. Esperemos que en medio de asuntos de tanta trascendencia internacional, la cuestión cubana, que no es accidental para España, no acabe en un fraude para los cubanos y en un éxito para el castrismo.