Vista la reducción del déficit y de la prima de riesgo y visto también el aumento de las exportaciones y la masiva compra de deuda pública, es evidente que el Gobierno de España ha conseguido ganarse la confianza perdida de los mercados exteriores. Pero hay que convenir que el ejecutivo no ha conseguido ganarse la confianza  del conjunto de la sociedad española. La macroeconomía, que tanta importancia tiene en las previsiones de futuro, no alcanza aún l bolsillo de los españoles. Todo lo conseguido ha sido a costa del aumento de impuestos y de los recortes de gasto, mientras disminuye el consumo y se generan tres mil parados diarios.Es preciso romper este círculo vicioso, porque además ya hay quien reclama irresponsablemente una vuelta a la política zapaterista de gasto público que nos envió al abismo, mientras que los grupos antisistema se movilizan para reclamar incluso un cambio de régimen como supuesta alternativa. El presidente Rajoy pide a los españoles paciencia, porque está convencido de que la ruta seguida es la única posible, en el marco de una unión económica europea que aún tiene muchos cabos por atar. Por eso el Gobierno español insiste en la necesidad de que la Unión Europea emprenda las reformas necesarias para pasar de la austeridad al crecimiento. Ahí es donde debían concentrarse las energías de todos los partidos políticos que tienen representación en Europa, en lugar de acosar a un Gobierno al que no se le puede negar voluntad para poner fin a la pesadilla del paro y la recesión.